En ocasiones, Harry se sentía culpable por no poder amar a Samy. Era inevitable, en especial si sabía que pasaría con ella el resto de su vida.
Era jueves, era un maldito jueves a las tres de la tarde y a Harry le estaban entregando el traje hecho a media con el que se casaría.
Una sonrisa pequeña, casi inexistente, lo hizo recordar cuando Samantha le dijo que no se casaría de blanco, eso enfurecería más a su padre.
Hablando de la chica, ¿cómo está en este momento?
Samantha estaba en casa de Harry buscando sus tacones, habían desayunado juntos en un último intento por que Harry se enamorase de ella.
Samantha sabía que era inútil, pero uno de los dichos de Harry era "Siempre es válido soñar, y más cuando lo intentas".
Él había ido a recoger el traje y ella había dormido un rato. Estaba buscando sus bonitos zapatos debajo de la cama cuando se topó con una pequeña caja de madera.
La abrió con curiosidad, sin esperar nada dentro.
Sus ojos se abrieron cuando vio papeles perfectamente doblados dentro, y tenían todos un pequeño número con una caligrafía descuidada en la parte posterior derecha.
Eran cartas.
El número más alto fue el 23. Había veintitrés cartas en la caja.
Y no era de su incumbencia, pero las leyó todas. Las lágrimas salieron abiertamente de sus cristalinos ojos.
Tan azules como el mar y tan llenos de tormento.
Harry no la amaba, no iba a amarla nunca.
Harry amaba a Louis Tomlinson.
Y ella no se merecía eso, pero no quería reconocerlo.
Sonrió de una forma cínica, rompiendo en llanto.
No lloraba porque Harry no la amaba, no. Lloraba porque Harry estaba sufriendo demasiado.
Guardó nuevamente las cartas y procedió a ponerse sus zapatos negros.
Se sentía destrozada, pero también se sentía más fuerte que nunca.
Llamó a la única persona en la que confiaba plenamente: su tío Eric.
Eric es el hermano de Rafael, quien fue su padrastro y jugó mejor al padre que su mismo padre.
— Necesito que recojas el vestido de novia, asegúrate de que sea enorme, ese día es importante. —Samantha tenía un alma pura y unas intenciones impecables. No debía fallar ese día ni en broma.
Llamó después a Louis Tomlinson, justo después de averiguar su número.
Fueron dos timbres antes de que Louis contestara, con la voz un tanto cansada.
No lo dejó hablar, no quería escuchar su voz su sabía que se rompería más.
—Harry te necesita, y me casaré con él el sábado. Sálvalo. Quítamelo. Aunque sea una vez, él realmente está destruido.
Y luego colgó.
Louis quedó pasmado del otro lado de la línea, sin tener clara la forma en la que debía reaccionar. Salió de la universidad y fue al feo puente que tanto odiaba, donde transitaban varios carros. Se sentó en una orilla, sobre el césped, a pensar en lo que haría.
Si Maggie estuviese aquí, ¿Qué diría?
Pensó en su anciana colega y se dio cuenta de que vida, sólo hay una. Compró una cajetilla de cigarros y se fumó dos, lego se la regaló a un indigente.
Llegó durante la noche a casa de Susana, y tocó escandalosamente el piano que estaba en la sal de estar. Estaba feliz.
Pero la felicidad no siempre lo es todo.
Ni para todos.
Samantha derramaba sus lágrimas en silencio.
Harry esperaba estar a solas para comenzar a llorar.
Zayn tenía pesadillas con el rostro de todos a los que amaba.
Susana pensaba en un rubio que debía estar pasándola mal.
Y Louis... bueno, él aún no sabía lo que le esperaba.
Omggggg, ¿Qué creen que pase mañana? ¿Y el sábado? Ayyy, comenten mucho, los tqm.
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Océanos [l.s.]
FanfictionLouis ha huido de Londres desde que rompió su relación con Harry, en una forma bastante cobarde, cabe aclarar. Pero cuando amas algo con todas tus fuerzas, vuelves. Aún si sabes que te hará daño. Una gran sorpresa lo recibe cuando baja del avión de...