Capítulo 9

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Joaquín despierta a las siete de la mañana de ese mismo día y se sorprende por un momento al ver a Emilio durmiendo al otro lado de la cama, con el torso destapado y las mantas por sus pies.

Se levanta de la cama y rápidamente logra salir de la habitación para volver a la suya antes de que Danna se despierte y se encuentre su lugar en la cama vacío.

Todo lo que paso hace horas con Emilio oscila en sus pensamientos junto al hecho de que es oficialmente su cumpleaños, una sonrisa se dibuja en su rostro ante esto.

Danna se despierta alrededor de las nueve y todo el mundo ya se está marchando del hotel, Joaquín cruza miradas con Emilio en recepción, este le guiña un ojo haciéndolo sonrojar.

La noche anterior fue increíble, incluso mejor que la de su aniversario.

Días después está haciendo frio, Azul llamándolo en la mañana invitándolo a almorzar con los demás. Joaquín le inventa a sus padres que se reunirá con su novia y abrigado con una gabardina sale de su casa.

Se reúnen en la comida china en el centro comercial y, normalmente, Joaquín habría detestado ese lugar, pero se está acostumbrando a ello. Todo el mundo en su grupo está allí, y Rose se unió también, con Luciana. Así que pasaron de ocho a diez personas, y Joaquín no tiene ningún problema con eso porque las dos niñas son divertidas, además de que el ver lo idas que están por la otra le produce cierta ternura.

—Entonces, ¿Qué haremos para año nuevo? —Diego pregunta después de haber ordenado su almuerzo.

Joaquín se sienta entre Diego y Niko, justo enfrente de Emilio, expectante ante su primera vez en la vida comiendo comida china.

—Fiesta en tu casa ¿no? —Pregunta Eduardo y Diego se encoge de hombros.

—Si eso está bien para ustedes.

—Lo hacemos todos los años, Diego. — Emilio habla y todo el mundo parece estar bien con la idea de tener su fiesta de año nuevo donde Diego.

Joaquín suele ir a Times Square con su familia en su jet privado, pero en realidad prefiere pasar el último día del año en casa de Diego.

—¿Necesitas que lleve un poco de hierba? —Emilio habla con la boca llena mientras la camarera vertía agua en el vaso mirándolo con una mueca de desagrado.

Joaquín se siente identificado con ella.

—Cuando comas, traga antes de hablar —regaña Joaquín después de que la mujer se marcha.

—Tú no me dices que hacer.

Joaquín no responde con palabras, en su lugar le atina una patada a la espinilla de Emilio bajo la mesa logrando sacar un grito agudo del mayor.

—¡Puta madre, Joaquín!

—La tuya y el doble, para la próxima ya sabes.

Emilio le mira con recelo, pero el ataque de Joaquín parece funcionar a la perfección porque de ahí en adelante el chico traga antes de hablar y si habla con la boca llena al menos tiene la decencia de taparse la boca.

Muy en el fondo, Joaquín se siente orgulloso, un viejo recuerdo llega a su mente como el día en que aprendió a domesticar a su viejo perro.

Solo que Emilio no es como un perro, estos hacen pipi en la alfombra y Emilio no hace pipi en las alfombras, ¿verdad?

Esperen, orino la casa de su maestro, verga.

Nota mental, si Emilio vuelve a casa ponerle un periódico en el suelo de la habitación.

El cielo en tu mirada [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora