Capítulo 22

7.7K 574 1K
                                    

—¡¿Qué demonios está pasando?! —grita su padre tan pronto como entra en la habitación de Joaquín y sus ojos se posan sobre ellos.

Emilio se aparta de Joaquín, su corazón comienza a latir más rápido mientras lo cubre con el edredón. Hasta acá llego, lo sabe.

Emilio se pone los calzoncillos y luego los pantalones mientras que el padre de Joaquín continúa gritando.

—¡¿Qué es esto?! ¡Joaquín Bondoni Gress! ¡¿Y quién eres tú?! ¡Dos maricones... en mi casa!

Joaquín no puede decir nada pues a la par de que está agotado físicamente, está en un estado de shock del que no es capaz de salir.

—Uberto, ¿por qué estás gritando? —dice su madre, y tan pronto como ella entra en la habitación, se queda en silencio. Sus ojos se posan en Joaquín, quien se encuentra desnudo bajo el edredón, y luego en Emilio, que está vistiéndose rápidamente.

—¡No vas a ninguna parte hasta que me digas tu nombre y llame a la policía por acoso sexual! —Uberto grita, tomando del brazo a Emilio que se estaba poniendo los zapatos.

No lo toques.

—Él no-papá —traga saliva tratando de reprimir las ganas de llorar—, se supone que estarían donde los abuelos —hay lágrimas en sus ojos porque es literalmente lo peor que le había podido pasar. Es irreal.

—Tu abuela nos llamó y nos dijo que tomaron un vuelo a Irlanda esta mañana, ¡así que regresamos! Queríamos darte una sorpresa, ¡pero es bueno que volvimos! ¡Esto es un ultraje! ¡Un pecado! —fue el turno de su madre para gritarle.

—¿Es por eso que terminaste con Danna? ¿Por esta porquería de camarero?

La presión arterial de Joaquín se levanta porque ¿cómo se atrevía su padre a hablar de Emilio de esa manera? Emilio es precioso y agradable y es Emilio.

Emilio no habla, dejándose zarandear el brazo por el padre fúrico de Joaquín. El hombre tiene los ojos inyectados en sangre, su rostro rojo de la furia. Siente miedo.

Miedo por él, miedo por Joaquín.

—Te voy a denunciar por allanamiento y violación, poco importa si fue consentido, pero tú vas a pagar por lo que has hecho, infeliz —Emilio boquea, incapaz de hablar, se siente como cuando era más pequeño y su padre en un ataque de ira lo amenazaba y zarandeaba antes de golpearlo.

Es como volverlo a vivir.

Uberto se voltea, mirando a su hijo que usa solo ropa interior y una camisa mal puesta sentado sobre la cama.

—Y luego voy a llamar al internado en Gales. ¡No me importa si tienes que repetir el año, pero te iras de aquí! ¡Lejos de este maricon!

—Por favor, no, por favor —Joaquín se levanta de la cama llorando, rogándole a su papá al escuchar sus amenazas.

—Te vas a pudrir en una maldita celda y si yo quiero, vas a morir ahí, maldito marica —afina el agarre sobre el brazo de Emilio, ignorando los ruegos de su hijo o el hecho de que los niños más pequeños están viendo en el marco de la puerta.

—Papá, déjalo, por favor-

Cuando Joaquín trata de tomarlo del brazo, su padre se echa para atrás evitando su toque. Su mirada destila asco, amargura, soberbia, decidido a todo.

Joaquín conoce esa mirada, la ha visto antes, pero nunca le había causado el mismo temor que ahora.

Sabe, mejor que nadie, que las amenazas de su padre no son para tomárselas a juego.

El cielo en tu mirada [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora