Epílogo

11.6K 673 1.3K
                                    

Se puede decir que dedicado a todos los que leen esto y siempre dejan comentarios hermosos, dedicación general porque no me sé los user y a duras penas me sé el mío.

—¿En serio creen que serán capaces de poder cuidar de Daniel? —la mirada que Azul les dirige es de auténtica preocupación a lo que Emilio solo rueda los ojos.

Es tan paranoica desde que se volvió mamá, aunque bueno, teniendo un pequeño terremoto como lo es Daniel y una pareja tan...especial como lo es Diego, Emilio la entiende más que nadie.

A veces cree que Daniel puede entender la exasperación de su madre al estar con Diego, quien es a su manera un buen padre, hombre medianamente exitoso, pero es tan Diego que si no fuera porque toda su vida a estado rodeado de personas posiblemente este haya muerto ahogado hace mucho con su propia saliva.

—Azul, ya lo hemos cuidado varias veces —Joaquín habla, su voz ahora un tanto más ronca con aquel tinte de seguridad que logra calmar a más de uno—. Está en manos de sus padrinos, Dani estará bien, confía en mí.

El pequeño niño de cabellos lacios y ojos claros lo tiene agarrado del cuello en un fuerte abrazo, asintiendo, queriéndole dar la razón a Joaquín.

Y Emilio solo sonríe porque la imagen de su pequeño ahijado colgado del cuello del hombre que ama es todo lo que necesita para hacer que ideas vengan a su cabeza, alterándolo de esta forma.

—Confió en ustedes, Joaquín —aclara—. En quien no confió es en él, es demasiado inquieto.

—Es como si tuviera hormigas en los calzones —dice Emilio riendo hasta que Joaquín le lanza una mirada que dice "no ayudes tanto, pendejo".

Bien, si, tal vez debería pensarlo mejor antes de abrir la boca.

Emilio no esta tan feliz ante la idea de quedarse con Daniel por tres semanas, pero Joaquín sí y Joaquín adora a Daniel lo cual es mutuo porque aquel mocoso mira a Joaco como si este fuera el mismísimo Dios. Sabe que el niño adora a sus padres, y lo ama a él, pero el engendrito es el maldito Chucky que solo parece calmarse ante la presencia de Joaquín.

Entonces, la idea de estar semanas con el pequeño loco no es su cosa favorita en el mundo, pero tampoco le disgusta de todo, porque entre tanto el niño es divertido y le da algo de alegría a la casa cuando Joaquín no está o viceversa. Entonces, estará bien si se queda.

O bueno, eso cree.

—Mami —Dani utiliza esa voz de bebito mimado y Emilio solo sabe que han perdido, el terremoto se queda en casa—, me porto bien, lo prometo.

Azul es de carácter fuerte, pero cuando el niño le hace aquel puchero sucumbe tan fácilmente que Emilio se pregunta si el niño lo hace de adrede o sin pensarlo.

—¿Me prometes que te comportaras con tus tíos?

El niño asiente tan enérgicamente que Emilio por un momento teme que se vaya a desnucar.

—Azul, por favor, hablamos con ellos de esto desde hace tiempo, sabes que se comportara con ellos si es que el chamaco los quiere más a ellos de lo que me quiere a mí —Diego suena ya harto, queriendo irse porque el avión no los esperara. Emilio lo entiende, esta situación tiende a pasar con Azul siempre que le dejan el niño.

Cosas de que sea su único hijo, puede ser.

—Ya sé, pero me duele dejar a mi niñito —el pequeño pasa de los brazos de Joaquín a los de su madre a lo que Diego rueda los ojos.

—Azul, a mí también me dolerá perder el avión y ya deberíamos estar en carretera —chilla—. Harás video llamada con él en el avión si quieres, cuando lleguemos al hotel en La Haya también, pero por favor, apúrale que el piloto no espera.

El cielo en tu mirada [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora