Capítulo 14

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Emilio está sentado en el césped al lado del lago, fumando, cuando Joaquín se acerca a él. Esta helando, pero no lo admitirá o hará un esfuerzo por volver. Quiere a Emilio para que este lo mantenga caliente.

Joaquín se sienta a su lado sin decir palabra durante unos minutos, se queda mirando el agua oscura.

—Te estás congelando —dice Emilio y Joaquín lo mira.

—Solo un poco.

—Sostén esto.

Joaquín toma el cigarrillo ofrecido y observa a Emilio mientras se quita la chaqueta de mezclilla, antes de entregársela.

—Póntela.

—¿Seguro?

—Sí.

Emilio agarra el cigarrillo mientras Joaquín se pone la chaqueta, abrochándola hasta el cuello. Este abraza sus rodillas contra el pecho y mira a Emilio mientras fuma.

—Así que ¿te sientes diferente ahora que tienes veinte?

—La misma mierda, pero en una edad diferente.

—¿Por qué no te parece que tu cumpleaños es importante? Deberías estar feliz.

—¿Feliz de que hace veinte años nací en un hogar abusivo con dos padres que ni siquiera les importaba una mierda? ¿Quieres saber por qué realmente no me preocupo por mi cumpleaños?

Joaquín asiente, inseguro.

—A mí me gustaba mi cumpleaños cuando era pequeño. Mi madre me horneaba un pastel y luego me gustaba desear una torta aún más grande para el próximo año. Pero cuando cumplí diez mi madre no estaba en casa, así que pensé que iba a celebrarlo con mi padre. Bajé las escaleras, obviamente emocionado de que había cumplido diez y había vivido una década. Le dije a mi padre que era mi cumpleaños y que cumplía diez años, obviamente emocionado por ello. Todavía recuerdo la mirada de indiferencia en su rostro cuando se encogió de hombros y dijo: '¿y qué?'. Es estúpido, pero recuerdo esa mirada en cada uno de mis cumpleaños, como si realmente no importara, para un niño de diez años, es algo triste.

Se detiene un momento antes de continuar.

—Entonces en mi undécimo cumpleaños ambos lo olvidaron, y en mi duodécimo cumpleaños mi padre dijo que les valía verga, que sólo querían a mi hermana mayor y que yo había sido un accidente. Estaba bromeando, pero eso me quedo en la cabeza. Nunca celebraron mi cumpleaños después de eso, nunca me llegó ninguna torta y ni siquiera se molestaron en desearme un feliz cumpleaños. Así que sí, no creo que sea tan importante.

El corazón de Joaquín duele ante la confesión. Literalmente, herido de lo mucho que quiere simplemente abrazar a Emilio, acariciarle el pelo y decirle que está feliz de que haya nacido.

—¿Sabes que esta casa se llenó solo para celebrar tu cumpleaños? —pregunta finalmente Joaquín y Emilio niega con la cabeza.

—Están aquí por el alcohol. Las personas sólo se preocupan si hay alcohol, drogas o simplemente donde puedan pasar un buen rato.

—Eso es m-

—Mira a mi madre, por ejemplo, ella no da una mierda por mí, porque no tiene nada que ganar con ello. Si yo tuviera un trabajo, me estaría besando el culo. A nadie realmente le importa lo que pase conmigo.

—A mí me importa —dice Joaquín y Emilio se da vuelta para mirarlo a los ojos.

—Todavía estoy tratando de averiguar por qué. Finges cuidar de ti temiendo decirle a la gente que eres gay —Emilio habla para después darle una calada a su cigarrillo.

El cielo en tu mirada [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora