Capítulo 18

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Joaquín no hace nada más que mirar por un par de segundos. Ese es su padre. Su padre. Besando a una mujer. Una mujer que no es su madre.

Sin embargo, la reconoce; ella es la secretaria de su padre. Él esta tan devastado que ni siquiera puede decir nada. Simplemente se da la vuelta y comienza a caminar lejos, sin mirar a nadie.

—¡Joaquín! —Emilio lo llama antes de comenzar a seguirlo fuera del centro comercial.

Joaquín solo logra caminar hasta la esquina antes de que Emilio lo tome del brazo y le dé la vuelta. Joaquín se deja caer en el banco detrás de él, se queda mirando el camino delante durante un par de minutos que parecen interminables.

Emilio se sienta allí con él y eso es todo Joaquín necesita. Necesita a alguien que esté allí para él sin llegar a decir o hacer cualquier cosa.

Joaquín apoya la cabeza en el respaldo del banco, cerca del hombro de Emilio, pero sin tocarlo. Se siente como una mierda por no haberle creído.

—Joaco- —Emilio comienza, poniendo su brazo alrededor del hombro de Joaquín.

Se retuerce lejos de tacto.

—Yo sólo... necesito estar solo por un tiempo —murmura y se mete en uno de los taxis que están alineados en el extremo de la calle.

Emilio inmediatamente se pone de pie en uno detrás de él y le dice al conductor que siga el que está delante de ellos.

Joaquín le da al conductor más dinero del necesario, sin esperar el cambio se baja del coche sin mirar atrás. Un millón de pensamientos se arremolinan en su cabeza y él simplemente no puede creer lo que vio. Eso no puede haber sido cierto. Se supone que su padre es un hombre honrado; él nunca engañaría a su madre. Él nunca le haría eso a su familia.

Pero al parecer, lo hizo.

No es solo una infidelidad, no es solo el haber engañado a su familia entera con una mujer también casada. Es el hecho que durante años ha mostrado una rectitud falsa, haciéndolo caminar estrictamente por esa misma brecha al punto de hacerlo callar o sentir inútil cuando no puede o no está de acuerdo con él, pero callo, siempre lo hizo porque hasta ese día había añorado ser como su padre.

La persona que más admiraba, aquel que le llevaba flores a su madre cada domingo cuando eran niños, el mismo que le enseño a nadar en la alberca o quien le hablaba sobre la moral y los valores porque quería que Joaquín fuera un buen hombre, su héroe, acaba de caer ante él de forma abrupta.

Muchas noches quiso terminar lo que sea que tuvo con Emilio por serle infiel a Danna, hay días en que no la puede mirar a la cara, la culpa lo carcome cuando la ve, pensando en su padre y en lo que este pensaría de él. ¿Ahora? No sabe que pensar, todo es demasiado para procesar.

Trata de abrir la puerta con desesperación con las lágrimas a flote, pero luego se da cuenta de que Emilio tiene la tarjeta, por lo que sólo se golpea la frente contra la puerta, exasperado. Él solo quiere derrumbarse en la cama y llorar durante horas sin nadie allí para verlo.

—Joaquín, tengo la llave —Emilio habla y Joaquín gira la cabeza para ver a Emilio caminando hacia él.

Emilio abre la puerta sin decir nada y Joaquín se mete en su habitación, sin siquiera ver si Emilio lo siguió al interior (lo cual hizo).

Se deja caer en la cama y hunde el rostro entre las manos, llora con fuerza, gimotea, no quiere llorar delante de Emilio, pero los sentimientos son tan fuertes que no es capaz de detenerse.

—Lo siento —dice Emilio, sin moverse de su lugar junto a la puerta.

—Puedes decirlo.

—¿Decir qué?

El cielo en tu mirada [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora