Capítulo 3

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Cuando Joaquín llega a la planta baja se da cuenta que hay más gente en la casa lo que le hace empezar a sentir claustrofobia. Había hecho un plan para pegarse a Niko toda la noche y tal vez incluso, permitirse una copa del mejor alcohol (eso debe consultarlo con Azul).

Sin embargo, sabe que eso no será posible en el momento en que la ve metiéndole la lengua en la garganta a Diego en la esquina de la sala de estar.

Si Joaquín es honesto, quiere a alguien para hacer eso también, su novia, probablemente. Siempre se preguntaba por qué a la gente le gustaba tanto hacer eso, ¿por qué todo el mundo dice que es bueno?

El salón está lleno de gente de la que a duras penas reconoce unos pocos que están por ahí bailando, bebiendo y besándose. No tiene ni idea de la música que estaba sonando, pero en si la letra es algo explicita, aunque mantiene buen ritmo. 

—Vamos a tomar una copa —sugirió Niko, porque la mejor cosa que se puede hacer en una fiesta cuando no sabes qué hacer contigo mismo es conseguir un trago. Se dirigieron a la cocina, que no estaba tan ocupada y estrecha como la sala de estar, gracias a Dios.

Ve a Eduardo apoyado en el mostrador, compartiendo un trago con algún otro chico al que Joaquín encuentra totalmente irrelevante.

—Uh... ¿dónde puedo conseguir un poco de agua? —le pregunta inocentemente a Eduardo, quien le lanzó una mirada como si hubiera dicho la cosa más estúpida del mundo.

—¿Agua? —Eduardo preguntó sonriendo, a pesar de que no está mirando a Joaquín, si no a Niko —. ¿Cuáles son sus nombres?

—Soy Niko y este es Joaquín —Niko responde rápidamente, a lo que Joaquín le lanza una mirada de incredulidad, porque en realidad esta sonrojado y nunca había hablado con extraños, era más del tipo tímido.

—Niko —Eduardo repitió, y Joaquín tuvo un déjà vu de la noche anterior, cuando Emilio había repetido su nombre.

—¿Quieres un poco de agua también, Niko?

—Uh, me gustaría una cerveza por favor —Niko contesta, como si Eduardo fuera un camarero.

—Está bien, entonces.

Eduardo le pasa su vaso al chico que está a su lado, antes de que se diera la vuelta para obtener dos vasos rojos de la bolsa de plástico.

Llenó uno con cerveza y el otro con agua para luego pasárselos.

—Nos vemos —dijo, mirando a Niko en vez de a Joaquín, antes de irse.

—Él está coqueteando contigo —Joaquín le dice a Niko en cuanto se quedaron solos.

—¿Qué? No, él no lo hace. ¿Lo hace?

—¿Importa? Es un chico, Niko. Eres un chico también. Espera. ¿Eres... no eres gay?, ¿verdad?

Niko se encoge de hombros y los ojos de Joaquín se ensanchan.

—¿Cómo siquiera saber? ¡Nunca he besado a nadie! Yo como que siempre preferí el señor García en lugar de la señora Rivera, o cualquier otra profesora para el caso. Pero por favor no me juzgues Joaquín, solamente Azul lo sabe.

Joaquín frunce el ceño, no muy seguro de que pensar sobre su mejor amigo. Él también siempre había preferido al Sr. García, el profesor joven de francés, en lugar de la señora Rivera, pero... eso no tiene por qué significar algo, ¿verdad?

¿Estoy teniendo mi tiempo gay? ¡Tengo una novia por amor de Dios! Ser gay es erróneo.

Necesito un trago.

El cielo en tu mirada [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora