Capítulo 19

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No pensó realmente todo el plan. Todo lo que sabe es que quería salir de su casa por un día o dos, tal vez asustar a sus padres un poco, así se replantearían un poco sobre qué tan bueno es manipular la vida de tus hijos.

El único lugar que conoce (y al que quiere ir) donde sus padres no lo encontraran es la casa de Emilio. A Joaquín le gusta estar allá más de lo que le gusta su propia casa.

Así que una vez que está listo para irse, se sienta en su escritorio y escribe una pequeña nota a sus padres.

Me iré por un tiempo. No se molesten en encontrarme.

-Joaquín.

Es la cosa más estúpida que jamás ha hecho en su vida, pero esta tan cegado por la furia y tristeza que sólo quiere escapar por un momento.

No le manda un mensaje a Emilio, sólo en caso de arrepentirse al final de su mala idea. Después de dejar la nota en su escritorio (él sabe que su madre entrara a la habitación por la mañana cuando él no baje para el desayuno), cerciora que todo el mundo esté en su habitación antes de irse.

Se cuela a través de la parte de atrás y después de que se asegura de cerrar la puerta sale a la calle, el taxi que había pedido lo esperaba a unas cuadras para llevarlo a la casa de Emilio, pero como Dios aparentemente lo odia por joto, empezó a llover, así que cuando se sube al vehículo esta empapado y temblando.

Creyó que el taxista lo iba a bajar al estar mojado, pero después de haber visto su rostro triste y el hecho de que Joaquín realmente se ve miserable, no dice nada y simplemente conduce hacia su destino.

Cuando llegan a casa de Emilio sigue lloviendo, el taxista se marcha después de haberle pagado y bajo la lluvia un nuevo debate se abre.

¿Se enojará conmigo por venir sin avisar? ¿Debía tocar el timbre? ¿Debería llamar a Emilio?

Elige tocar el timbre esperando lo mejor. No pasa mucho tiempo hasta que se abre la puerta y la señora Marcos se queda allí, mirándolo fijamente.

—Hola, señora Marcos.

—Hola, Jaime, Emilio esta arriba. Estoy a punto de salir —Ella doce, disparándole una sonrisa triste antes de agarrar su bolso de la mesa de la cocina y caminar hacia la salida.

—Deje chocolate en la cocina, está caliente, no creo que Emilio lo beba, pero sírvete si quieres, querido —Joaquín le sonríe en respuesta y la mujer se marcha.

Definitivamente ira en busca de ese chocolate.

Joaquín se quita la capucha, luego sube las escaleras. Él llama a la puerta del dormitorio de Emilio antes de que esta se abra.

—¿Joaquín? —Emilio pregunta confundido, con los ojos en la mochila de Joaquín.

—Sí, hola. Yo como que, um- ¿me escapé de mi casa? Mis padres, no tomaron la noticia de la mejor manera, como que fui amenazado y solo, no sé, necesito a alguien a mi lado. ¿Puedo quedarme aquí? Sé que es de repente y-

—Bonito, está bien —Emilio asegura y Joaquín suspira, aliviado. Sabía que cuando Emilio le llamaba "bonito" todo estaban bien.

—Bueno, voy a tomar una ducha ahora porque estoy completamente empapado —Joaquín le dice y Emilio sonríe, volviendo a lo que parece ser su tarea.

¿Emilio haciendo tarea?

Señor, ¿estas serán las divinas intercesiones que tanto dicen que haces?

Joaquín se ducha rápidamente para después vestirse con la ropa de Emilio.

—¿Qué haces? —pregunta mientras se acerca por detrás de Emilio, envolviendo sus brazos alrededor del cuello del chico mayor y aplastando sus mejillas juntas.

El cielo en tu mirada [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora