-Capítulo 44-

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-Narra Sofia-

Pasaron meses y meses, no sé cuantos exactamente, pero veía crecer a mi hijo y era algo tan hermoso. Excepto las patadas, eran la parte más dolorosa de verlo crecer. Pero Mateo jamás vino por mí, eso es lo que más me asusta. ¿Y si no le importo lo suficiente? ¿Y si no sabe del embarazo? Mis piernas tiemblan al pensar lo que podría pasar si doy a luz en este lugar. Yo empeoraría, quizá el bebé no nazca en buenos estados. O X me mataría para poder dominar fácilmente la mente de mi hijo. Los días en ese lugar eran interminables. En realidad, no sabía por la luz del sol si era de día o de noche. Más bien lo sabía por el movimiento de la gente. De noche, había unas pocas personas trabajando en no sé qué. En cambio de día, había más.

Durante el día no hacía nada. Pensaba, a veces lloraba, extrañaba, dormía. Nada productivo.

Vi por el ventanal como todo se llenaba de humo y me moví rápido. ¿Un incendio o algo así? Veía como la gente se alteraba, y yo también. Intenté soltarme de las ataduras que me sostenían pegada a la silla, pero no pude. No hay caso. Miraba lo que pasaba mientras me temblaba cada célula del cuerpo. Los cuerpos de las personas caían al suelo. Manchones enormes de sangres decoraban los suelos. Yo moría del miedo.

Dos personas se aparecieron por el ventanal y empecé a moverme más, debía escapar. Pero no podía, estaba fuertemente agarrada a la silla. Los dos hombres entraron y los miré. Después de tanto tiempo, nuestras miradas se volvieron a encontrar. Corrió hacia mí y con un cuchillo sacó todas mis ataduras, mientras Camilo vigilaba que nadie entrara. Quería llorar al volver a sentirlo tan cerca. Cuanto lo amaba.

Mateo: Sofia, escucha, debemos irnos -me dijo, luego de desatarme. Sin pensarlo dos segundos, lo abracé. Y le susurré "gracias" al oído. Mi enorme vientre chocó contra el suyo y era la mejor sensación del mundo. Me sentía protegida- Debemos irnos, ahora -dijo y se apartó un poco de mi para mirarme a los ojos. Se sacó un raro chaleco que acompañaba su vestimenta y me lo puso-

Sofia: ¿Qué es?

Mateo: Un chaleco antibalas.

Sofia: Pero podrían lastimarte

Mateo: Tengo otro, pero aun así, no soy yo quien importa ahora -dijo y toco el chaleco que hacía contacto con mi vientre. Entendí a lo que se refería. Para él, nuestro bebé era más importante que su propia vida. Y también lo es para mí-

Sofia: Mateo, X es tu padre -le confesé, pues él no lo sabía. Camilo me miró extrañado, al igual que Mateo- lo vi sin las gafas y tú y él se parecen en casi todo. Mateo, él me lo dijo

Mateo: Lo hablaremos luego -dijo sorprendido, anonado y lleno de tristeza-

Camilo: Mateo, rápido -dijo y me puso de pie, junto con él-

Rodeabamos el edificio, pegados a la pared, para que no exista un asesino que nos apuñale por detrás. Ellos dos hacían una especie de barrera para que ningún disparo me llegara a mí y a mi hijo. Logramos salir del edificio.

Mateo: Camilo, tu ve delante con Sofia, yo cuidaré por detrás -dijo y se quedó más atrás-

Camilo: Sofia, ten –dijo y me dio un arma- si ves algo sospechoso, dispara, ¿oíste? -dijo y asentí con la cabeza-

Con Camilo corríamos por el bosque. Un bosque tenebroso en verdad. Pero veía el agua ya a lo lejos. Camilo y yo escuchamos un disparo y luego un grito más a lo lejos y ambos volteamos. Mateo apretaba con su mano, su pierna izquierda. La cual desangraba y luego vimos como un hombre se abalanzó sobre él. Camilo corrió hacia Mateo pero de un segundo para el otro, escuchamos otro grito y Mateo y el hombre que se abalanzó sobre él, se quedaron quietos. Sentía que mi corazón dejaba de bombear. Corrí hacia donde estaba Camilo, lo más rápido que pude. Camilo sacó al hombre que estaba encima de Mateo, con gran fuerza. Vimos que Mateo tenía un cuchillo lleno de sangre en la mano y una pierna con sangre, pero tambien vimos que el otro hombre no se movía. Mientras yo me agachaba para ver que Mateo esté bien, Camilo giró al hombre para que su rostro fuese visible. Era X. Al ver que no se movía y que el impacto de la navaja había sido en su estómago, decidió dejarlo ahí. Ayudó a Mateo a pararse e intentamos ir lo más rápido posible hasta un barco, que según Camilo me dijo, Manu, Nacho y mi hermano estaban ahí. Al llegar, unos hombres que no conocía cargaron a Mateo en el barco. Manu me ayudó a subir. Y Camilo, con su característica agilidad, subió sin problemas. Abrecé a Manu, hace tanto no lo veía. Él correspondió mi abrazó.

Manu: No te das una idea de cuánto te extrañé

Sofia: También yo Manuelito

Cada vez nos alejábamos más de la costa. Abracé a mi hermano, a Nacho y también a Camilo y le agradecí por todo.

X: Mateo necesita penicilina -dijo un hombre- la necesita o morirá -Tuve ese sentimiento como si el corazón se te parara. Como si las piernas no te reaccionaran. O como si te corriera la electricidad por el cuerpo-

Camilo: Es un barco, todos los barcos deben tener penicilina en su botiquín.

X: Pues busquemos la penicilina rápido, la fiebre aumenta –dijo- y esa infección solo puede ser curada por la penicilina -dijo el hombre y todos menos Camilo se dedicaron a buscar eso-

Camilo: ¿Quieres verlo? -preguntó y yo asentí. Bajamos a la parte baja del barco, donde se encontraba Mateo recostado sobre una cama-

Sofia: Camilo, ¿nos dejas a solas un rato?

Camilo: Claro -dijo y subió. Me acerqué a Mateo, que estaba sudando pero al mismo tiempo, tenía frío-

Sofia: Hola mi amor -dije y le sonreí-

Mateo: Sofia... –susurró-

Sofia: Tranquilo, todo está bien, los chicos te curarán, ya verás -La puerta se abrió de golpe y varios hombres bajaron-

Camilo: Encontramos la penicilina, ahora hay que inyectársela -dijo- Ven Sofia, ya tendrás un momento a solas con Mateo -dijo y tomó mi mano para subir-

Hacía mucho frío en altamar. Camilo me trajo algo de ropa para que me abrigara

Camilo: Bien, iré a ver cómo está Mateo -dijo el moreno-

Sofia: Promete que estará bien -le dije-

Camilo: Sofia, él es fuerte -dijo, me sonrió cálidamente y se marchó-

Me senté junto a mi hermano. Él me abrazó

Joaquin: Esto es muy raro

Sofia: Lo sé, tu hermana tiernita ahora lleva una panza más grande que tu cabeza -reímos juntos-

Kriptonita -Mateo Palacios y Sofia Pevensie (1ra temporada)- FanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora