Capítulo XIX

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El segundo beso mas importante para Bulma esa noche era espléndido, y mas cuando venía de su adorado amor platónico ya no tan platónico. Se sentía flotar tras aquél intenso momento.

Vegeta ajustó como pudo un nudo en la toalla que le rodeaba las caderas. Tomó a la peliazul por sus mejillas y no se detuvo ni un segundo. Su beso significaba lo mejor que le podía suceder a Bulma en ese entonces. Él sentía un profundo sentimiento por Bulma. De pronto, en su mente aparecieron las palabras que Barry mencionó en el camerino "Las relaciones amorosas manchan tu carrera musical" no podía permitir que eso ocurriera.

Tomó a Bulma por los hombros y la fué alejando despacio de si mismo, culminando lentamente la sinergia recreada por ambos. Bulma continuaba con los ojos entrecerrados percibiendo el ultimo hilo sensacional que iba desapareciendo. Abrió a los ojos y miró a Vegeta sin mencionar ni una sola palabra. 

―Creo que... mejor... es parar. ―dijo Vegeta intentando controlarse.

―¿Uh? eh... si.. tienes razón. Lo siento, debo volver a la habitación. ―respondió una peliazul confundida.

Mientras Bulma dió media vuelta e iba caminando hacia la puerta a la vez que ordenaba su cabello. Vegeta la tomó de nuevo del brazo y la atrajo hacia él, fundiéndola de nuevo con sus besos ardientes, e incrementando aun mas el deseo entre ellos. La llevó hacia la pared mas cercana hundiendo los labios en su cuello. Bulma miraba el techo de la habitación que parecía brillar, producto de una extraña ilusión. 

―¡Santo cielos! ―gimió la chica.

―¿Sucede algo? ―preguntó él.

―Para... por favor... yo... no debo hacer esto. Estoy bajo efectos del alcohol y... no es apropiado. Lo lamento Vegeta. ―dijo a la vez que huía del lugar.

El peliflama acariciándose el mentón, sonrió ladino tras aquella decisión repentina que había tomado Bulma. Las sensaciones en su cuerpo eran completamente nuevas y diferentes a las experiencias que había tenido anteriormente con otras chicas, y eso lo volvía loco. Ni las mas alocadas desilusiones amorosas lo hicieron sentir tanta energía ante una mujer como lo estaba viviendo actualmente con la azulada, ella era sin duda distinta a todas. 

Por otro lado, Bulma llegó a su habitación silenciosamente para no despertar a su amiga. Cerró la puerta lo mas discreto posible. Caminó en puntillas hacia el baño y se encerró en el para luego mirarse al espejo y reírse de lo que había sucedido hace tan solo minutos. Una joven sonrojada, despeinada y con labios enrojecidos se reflejaba en aquél espejo. Pasó los dedos por sus labios y la sensación continuaba allí latente.

―¡Vegeta! ¡Vegeta! ―gritaba en voz baja dando pequeños saltos.― ¿Qué demonios me estás haciendo? Si antes enloquecía por ti, no sé que siento ahora mismo. Si antes te amaba, no se que es esto ahora. Siento que te amo mas de lo que puedo hacerlo. Me siento flotar por todos los cielos... Cálmate Bulma, pareces loca.

―¡Bul!... ―gritó su amiga afuera.

―¡Milk, estoy aquí! ―respondió peinando su cabello.

―Me siento terrible... tengo muchas nauseas... ―dijo apenas en un hilo de voz.

―¡Oh, rayos!

Bulma abrió la puerta enseguida. Milk corrió y cayó de rodillas ante el retrete. 

―¡Mini! ―dijo mientras la ayudaba sujetar su cabello.

Su amiga la pelinegra se encontraba devolviendo el licor que había consumido. 

―Oh, Mini... ya pasará.

Enamorada de mi Crush [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora