Capítulo XXVIII

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Eran las 8:00 a.m. del día sábado. Cuando una peliazul buscaba desesperada su porta cosméticos dentro de la mochila que le había entregado su amiga la noche anterior. El peliflama, dormía plácidamente sobre la hermosa cama de dosel, pero Bulma; aún continuaba su búsqueda con preocupación.

—No, demonios. Esto no puede estarme pasando a mí. —musitaba casi sin ser escuchada. —Maldita sea, Milk. Olvidaste mi porta cosméticos, no. —repetía buscando inquieta aquello en otro lugar, quizás su amiga lo introdujo en su mochila y debió haberse salido durante el desembale.

Luego de una búsqueda exhaustiva, no lo encontró. La peliazul se encontraba apoyada del closet de aquella habitación, su gesto era de preocupación a la vez que mordisqueaba sus labios. Observaba al peliflama durmiendo, quien despertó en ese mismo instante y no la encontró a su lado.

—¿Bulma? —la buscó adormecido.

—Aquí estoy, cariño. —respondió la peliazul acercándose a la cama.

—¿Estas bien? —inquirió de nuevo al notarla un poco preocupada.

—Si. Iré a preparar desayuno. —respondió ella para evadirlo.

—Ven aquí... —la tomó de la mano y la atrajo hacia él haciéndola caer sobre su cuerpo. —Tú eres mi invitada. Además; tengo una sorpresa para ti. Así que; vístete con ropa ligera, y toma tu mochila. Se nos hace tarde.

Vegeta le dio un tierno beso y caminó hacia el cuarto de baño. Mientras que Bulma, curiosa por aquellas palabras, rápidamente buscó entre la ropa que su amiga había incluido en la mochila. Tomó un overol de mezclilla corto y una playera blanca de rayas, ceñida y zapatos deportivos. Aplicó un poco de crema corporal perfumada y protector solar en su cuerpo ya que de seguro irían en moto. Vegeta, al salir del cuarto de baño la observó embelesado.

—¿Qué tal estoy? —preguntó ella guiñándole un ojo mientras que giraba en el mismo lugar.

—Demonios... estás maravillosa. —respondió él colocándose unos vaqueros y una camiseta negra ceñida que le hacían notar su musculatura. —Es hora de irnos.

El peliflama, tomó de la mano a Bulma y juntos salieron. La peliazul apreciaba maravillada la vista que tenía desde la colina en la que se encontraban. Era una vista preciosa que incluía playa y montañas a su alrededor, un hermoso paisaje digno de admirar

—¡Vegeta, es grandioso! —exclamó con cierta algarabía.

El chico la veía sonreír feliz, a la vez que se colocaba su chaqueta. Se aproximó a ella y le proporcionó un beso tierno y duradero. Pronto se alejó de ella y tomó el casco y una chaqueta de cuero negro.

—Ten, ponte esto —le hizo entrega.

Bulma, se colocó la chaqueta e insertó el casco en su cabeza y subió nuevamente detrás del chico que ya estaba sobre la motocicleta.

—Oye, ¿a dónde iremos? —preguntó junto a su rostro a la vez que lo rodeaba con sus brazos.

Vegeta soltó una pequeña carcajada.

—Te va a encantar. —expresó con su risa ladina que Bulma no pudo apreciar pero que imaginó.

Juntos retomaron el rumbo colina abajo por la carretera. La peliazul disfrutaba la vista y la velocidad mientras que una emoción llena de adrenalina le hacía olvidar lo que tanto le preocupaba esa mañana.

***

En otra instancia, una pelinegra dormía plácidamente. Al despertar por la leve luz del día que accedía desde el ventanal, abrió sus ojos y recordó todo lo que había sucedido esa noche. Miró a su lado pero Goku no se encontraba. Se sentó en la cama mirando hacia los lados cuando en ese instante lo vio aparecer. Traía en sus manos una bandeja repleta de alimentos.

Enamorada de mi Crush [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora