Capitulo 20

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Kasei: La rivalidad entre aldeas.

Existen muchas palabras en la actualidad. Ya sea para describir, insultar o que solamente existen porque a alguien le salió de las pelotas. Bueno, antes no existía esta palabra, pero ahora sí y para que quede claro todo será mejor usarla.

¡ASOPOTAMADRE!

Desde que vieron la entrada de la aldea su humor dio un cambio de 180 grados que los metió de llenos en la expectativa. Cualquier ceño fruncido o molestia desapareció al ver tal aberración que los hizo pensar en todas las posibilidades existentes de cómo sería el interior. Porque era imposible que un muro tan grande fuera solo para defender un pequeño pueblo.

Aun asi lo que estaba más allá del muro —el cual tenía unos impresionantes detalles a los que Sora les presto especial atención porque parecían tallados con las más finas herramientas— los dejo impresionados.

El exterior y el interior es tan distinto que no pareciera estar en la cima de una montaña tan gigantesca. Sobre todo en una que llega a rozar las nubes.

Toda la aldea tiene un brillo que les transmite una alegría descomunal, como si les gritara que mientras se queden ahí se sentirían más cómodos de lo que podrían imaginar.

Y qué decir de la gente. Todos eran amables con ellos. Los saludaban con alegría, les ofrecían cosas para llevar como souvenir, intentaban ser lo más hospitalarios posible sin llegar a incomodarlos y en verdad funcionaba.

Pareciese que todas esas personas tenían como único propósito recibir a los viajeros con el mejor de los ánimos, como si ellos fuesen baterías desgastadas y la aldea un lugar que los recargaría por completo.

De cierta forma se podría decir que es mágico. Porque no solo era la gente, también el lugar, las calles, los edificios. Se notaba que había mucha dedicación en ellos. Algunas paredes y algunas calles tienen trazos de distintos colores que se conectan entre sí; algo que los hace formar círculos, remolinos o distintas figuras parecidas a animales. Un toque que logra atrapar en su totalidad a los niños y a los extranjeros que estén de visita.

Y aunque no lo crean, incluso cuando todo era tan bueno, había alguien que se sentía cada vez más incómodo mientras avanzaban.

Naruto.

No podía entender que era lo que mantenía la atención de Sora dispersa. Si el lugar es bonito y de cierto modo artístico, pero eso era todo. No podía ver algo que realmente lo atrapara como a todos los demás. Para él todas esas decoraciones y esos gestos de la gente eran simplemente lo que son: Decoraciones y gestos.

También podrían llamarlo loco, pero tanta atención levantaba hasta el último pelo de su cuerpo, más que un interés del pueblo en los turistas parecía como si lo mantuvieran vigilado en cada segundo.

Varias veces miro los techos durante el recorrido o los rincones. Imagino mil escenarios en los que alguien saltaba en contra de ellos y se armaba un poco de caos en el lugar.

Llegaba a preguntarse si era el único en querer ver algo de preocupación en las personas. No desearles el mal. Sino ver que todo lo que está mirando no es tan perfecto como parece o que como mínimo no se está volviendo un demente paranoico.

Y por estar pensando tanto el recorrido se le hizo eterno, pero tipo super eterno. Los demás lo sintieron normalito tranquilo hasta que...

—¿Qué hacemos aquí? ¿Nos equivocamos de lugar? —le pregunto Naruto a Sora cuando de repente se detuvieron.

—Yo que voy a saber, estoy igual que tú.

—Pues si no sabes pregúntale a Rin-sensei.

—¿Y porque yo? Pregúntale tú, tuviste la duda primero.

Hijo de un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora