Konoha
—Finalmente, la hora ha llegado —tranquilo se levanto un monje el cual se encontraba meditando, la brisa mañanera llego con una sutil gracia a refrescarlo, y él, con un rostro tan sereno y lleno de sabiduría a pesar de sus grandes cejas que lo hacían ver imponente, se levanto emprendiendo su camino al exterior.
Al cruzar el marco de la puerta su toga fue movida hacia la izquierda por el golpe de la brisa, era blanca y holgada llegándole hasta por debajo de las muñecas. Por encima de su camisa usa una tela azul oscura sobre la parte izquierda la cual cruzaba en diagonal hasta llegar hasta sus rodillas, una vez que se llega a la cintura la tela es un rectángulo que cubre una parte de su pantalón blanco holgado y recogido. Lo último que tiene va en la cintura, es una banda azul clarita casi gris con un círculo negro en la derecha, este encierra el kanji de Hi no Kuni pintado de rojo.
Guardo sus manos entre su túnica haciendo parecer como si tuviera una camisa de fuerza por la forma en la que la camisa tapa sus brazos por completo, también mantenía los ojos cerrados, pero no tropezaba o se equivocaba en los giros por mas extraño que pudiera ser para alguien que no lo conocía.
Para él eso era algo de todos los días, era el líder de ese templo después de todo, se lo conocía como la palma de su mano, de pies a cabeza. Por lo que llegar hasta la puerta principal no le costo ni un poco, ningún ruido logro perturbar su increíble concentración, excepto uno en particular.
—¡Shimatta! —la caída de varias cosas detuvo el paso de Chiriku, miro hacia la derecha fijándose en el cuarto de descanso. Desvió su andar y fue hacia la habitación.
Entro con esa firmeza de siempre y analizo el lugar desde la entrada, la respuesta llego muy rápidamente a él porque encontró a un niño al lado, este se estaba chupando el dedo y al mismo tiempo siseaba.
—¿Qué sucedió? —directo como siempre miro al niño, este se estremeció y salto lejos de la puerta hasta tropezar y caer sobre su culo. Nuevamente siseo sobándose e intento ver quien estaba en la puerta, Chiriku por su parte no cambio su expresión o su pose.
—¡Chiriku-senpai! ¡La próxima avise cuando llegue! —quejándose el joven de pelo naranja lo acuso señalándolo con el dedo.
El monje solo frunció un poco el ceño dejándole en claro lo que siempre debía tener cuando le daba esa mirada "no grites, estamos en un lugar sagrado". Retrocedió ante el mensaje mostrándose temeroso, tal parece que el monje nunca mostraría una reacción ante sus acciones.
Al final tuvo que respirar un poco con tal de calmar los latidos desenfrenados de su corazón, si debía explicar sabía que Chiriku preferiría que fuera calmado y no tan apresurado como solía hacerlo cuando sentía el andar de sus latidos.
—Nada, solo me raspe el dedo —movió los ojos a un lado intentando no ver al monje a los ojos, este alzo una ceja y dio un paso adelante haciendo que el ojirrojo se tensara, tanto que se levantó y lo detuvo—. No puede entrar senpai.
—¿Hiciste algo? —interrogo mostrando la confusión con su ceja levantada.
—Es una sorpresa —contesto con una voz algo suave y honesta.
Calmado el de ojos negros lo miro notando lo tenso que estaba y lo duro que le resultaba tan solo hacer eso para detenerlo, su mirada escaneo lo poco que podía ver, y sin previo aviso se dio la vuelta. Poco después escucho un suspiro de alivio.
—No tardes mucho, todos están esperando —aviso.
—¡Hai!
No perdió ni un segundo más después del aviso de Chiriku, tan rápido como pudo se metió en la habitación soltando unos quejidos de vez en cuando, pero unos minutos después grito en euforia y salió disparado del lugar una vez que verifico que no había nadie cerca.
ESTÁS LEYENDO
Hijo de un demonio
Fiksi PenggemarEs increíble como el mundo puede ser tan... diverso. Cualquier acción puede desencadenar cosas que no imaginamos en su momento. Y, bueno, mi vida no es una excepción. Aunque aún no me cabe en la cabeza como es que, de un acto tan infantil e idiota...