Capitulo 11

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La segunda prueba: ¡Captura la bandera!

—Listo, ya terminamos. Si te sientes raro o algo por el estilo no dudes en llamarme —finalizando con una sonrisa, Rin termino de chequearlo. Guardo algunas cosas en un pequeño maletín y vio momentáneamente a los demás estudiantes que esperaban a la segunda prueba.

—Bien —asintió rápido, no quería que ella notara lo incomodo que se sentía, aunque no se daba cuenta que su cara lo decía todo.

Miedo, confusión, incomodidad, angustia.

Camino a un paso tranquilo hacia los demás. Un camino corto, pero que resulto ser eterno, tenía mucho en que pensar y poco tiempo con el cual aclarar todo. En todo momento de su recorrido se la paso distante, era como si viera pero no viera a las personas que lo rodeaban, aunque tampoco es una sorpresa que tenga esa mirada distante, es mas frecuente de lo que se puede creer.

Solo que en la mayoría de casos, claramente no como este, solo pensaba en estupideces, cosas que iban y venían sin alguna idea clara, como si se tratase de unas pequeñas ramitas siendo arrastradas por la corriente del rio y que, eventualmente, se perderían en el horizonte.

Wow, eso fue... muy filosófico.

Paso la mirada de derecha a izquierda de vez en cuando, lo hacia intentando despertarse de su ensimismamiento, pero desafortunadamente, también lo hacia pensar en ocasiones. Como lo del rio. Si veía el cielo pensaría en algo relacionado a ello a mil por hora, aunque él sentía que era un pensamiento normal y para nada importante.

Lo malo de poder pensar en algo tan rápido y con tantos derivados, es que cuando te traen a la realidad no estas... consciente por asi decirlo. ¿A que llego con esto? Pues pasa algo como que te toquen el hombro, te dé un escalofrió que te saca hasta el alma y te des la vuelta bien rápido solo para ver quién te amenaza.

Tal y como le acaba de pasar a Naruto.

—Am... ¿Estas bien? —alzando una ceja Sora se vio ligeramente extrañado, aunque él no podría diferenciar porque, después de todo un susto de muerte no lo ayudaba.

—Me cago en tu vida, casi me da un infarto —tomo su corazón con una mano y se alarmo, latía demasiado rápido y su respiración era demasiado errática como para ser considerada normal. Además se sentía demasiado frio, no tenía que verse el brazo si quería apostar a que estaba pálido—. No, me equivoque. Creo que si me dará un infarto.

—¿Te vas a morir? Que lastima, bueno, fue un placer haberte conocido —inoportuno como siempre irrumpió, el Uzumaki rubio, en la pequeña conversación. Después, miro a Sora con algo de confusión en su rostro—. ¿Llamamos a algún medico? No quiero que nos culpen si le pasa algo.

—Se, creo que será lo mejor, también deberíamos buscar de esas cosas para calmar el corazón. Ya sabes, toca intentar salvarle la vida —riéndose miro al pelinaranja, el cual, ante los comentarios, frunció el ceño hacia los dos en un despiadado, pero inútil intento, de destruirlos.

—Los odio, con toda mi alma.

—Lo sabemos, nos lo repites a diario.

—Y lo hare hasta que me muera —aclaro señalándolos con un dedo, pobre desgracia la suya porque ellos solo se reían más fuerte. Rodo los ojos exasperado, de verdad que los odiaba como no tenían idea, pero al final, siguen siendo el par de desgraciados que animan su día.

Y sin darse cuenta había olvidado lo que tanto sumergió a su mente en un continuo trance, era temporal, pero se relajaría lo suficiente y mas con esos dos como guardias.

Tuvieron que esperar un tiempo, uno no muy largo, pero si fastidioso. Los senseis estuvieron discutiendo o eso creían, solo suponían de lo que alcanzaban a ver, pero, por suerte, al cabo de unas cuantas decenas de minutos, se separaron y fueron con ellos.

Hijo de un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora