Capitulo 12

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La primera jugada

—¡¿Puedes hacerme caso al menos una sola vez?! ¡No te pido mucho!

—¡No eres mi jefe, idiota!

—¡Técnicamente lo soy!

—¡Bla, bla, bla! ¿Alguna vez dices algo útil?

Apretando los dientes rodó los ojos, era inútil, y más si se trataba de él. Daba igual la forma en la que se lo dijera, no lo escuchaba, hacia lo que se le daba la gana.

Todo por ese maldito ego que estaba a punto de insultar si seguían así. Era más molesto él que los ataques enemigos y eso era mucho que decir.

Chasqueó la lengua cuando casi lo roza un kunai, estaba distraído, o mejor dicho irritado, lo cual no ayudaba a sus reflejos. Pero, no podía evitarlo, la sola presencia de Kiba le dejaba un humor de perros como no tenía idea.

Hasta su perro, Akamaru, era más maduro que él.

—Tch, mierda ¡Retrocedan, tenemos que reagruparnos! —ordenó agitando la mano bruscamente.

—¡Suéñalo, debemos avanzar! Si nos acercamos serán nuestros —testarudo. Kiba confrontó a Naruto con su sonrisa socarrona y su confianza.

Tuvieron que parar la conversación ante el repentino incremento de kunais, los dos retrocedieron y se cubrieron con el tronco de un árbol, pegándose lo mejor que podían a este.

—No seas tonto, si no han hecho ningún otro movimiento es porque no tienen la ventaja a largo alcance —exasperado, dejo salir un chasquido mientras lo encaraba.

—¿Y qué? ¡Seguiríamos teniendo la ventaja en un combate cuerpo a cuerpo!

—¡No lo haremos, es muy arriesgado! —los dos dieron un paso adelante. La furia inundaba sus pensamientos en su violento arroyo de emociones.

—¿Y qué has pensado tú, cerebrito? ¿Has pensado en algo que le dé la vuelta a nuestra situación? —dijo con fuerza en su voz, intentando que retrocediera. Algo se le cruzó por la cabeza porque pareció tener un clic, luego puso su dedo en el pecho del pelinaranja—. ¡Mira! Tengo otra idea, ¡usa tus llamas azules! ¡Seguro que con eso logramos conseguir una oportunidad!

La idea en si no era mala ni descabellada, todos se asustarían en un principio al ver fuego, sería su instinto y tratarían esquivarlo. Esto ya estaba dentro de los planes de Kiba, sería sencillo y efectivo. Por eso rebosaba de confianza.

Pero no entendió algo, un simple detalle que frustraba todo su plan. Y es que la sola mención de las llamas azules; hizo que todo el cuerpo y mente de Naruto se estremeciera. Breve fue el tiempo en el que se quedó en ese estado congelado, en shock, pero fue tiempo suficiente para sacarlo de su habitual ritmo al hablar.

—No, no puedo usar mis llamas... —respondió con un tono suave. Kiba mentiría si dijera que no le causó un escalofrío oírlo así, sin embargo, la rabia rápidamente reemplazó la escasa preocupación que tendría.

—¡¿Qué dices?! Rechazas mis ideas en busca de una oportunidad e incluso cuando te doy la mejor opción, ¡¿la rechazas también?!

—¡Bien, ¿sabes qué?! ¡Haz lo que quieras! —no podía aguantarlo más, ni un segundo. Así que alzó las manos rindiéndose, bufo poco después—. Pockle y yo nos las arreglaremos sin ti.

Rodando los ojos se apuró en darle la espalda a Kiba, sujeto el tronco un momento, buscando una apertura para escapar y, después de lanzar un par de kunais a distintos puntos, saltó en dirección del último miembro del escuadrón.

Las palabras que había dicho aún resonaban en Kiba, tan fuertes y claras que lo hacían estremecerse. Había ganado. Naruto admitió la derrota. Y podría descontrolarse.

Hijo de un demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora