¿Que es duro, me dices?
Os sonará este inicio, pero nada de lo que continúa se asemeja a aquella rima de Bécquer que cautivaba nuestros corazones.
Es duro, me repites. Es duro enamorarte de alguien que no te corresponde. Es duro ver cómo esa persona profesa sentimientos hacia alguien que no eres tú. Es duro sentir que jamás volverás a sentir nada como lo que sientes en este momento.
¿Pero sabes qué? Que el rechazo, más pronto que tarde, se supera, aprendes a vivir con él, asumes que vendrá otra persona que te hará sentir, si no lo mismo, algo muy similar, al igual que hubo alguien especial antes.
Sí, no me mires así, como ya te he dicho sé que es duro, y expresado así de crudo duele. ¿Cómo no va a doler?
Ahora piensa un segundo en mí. Sí, en mí, en el que nunca te ha pedido nada, en el que siempre ha estado ahí para consolarte cuando lo necesitabas, en el que ha intentado matar lo que tenía dentro por evitarte daño. ¿Lo tienes? Ahí va.
La vida nos ha enseñado a superar el rechazo, las decepciones son parte del día a día. Pero, por favor, explícame cómo superas un no rechazo. Sí, sí, un no rechazo, has oído bien.
Y es que esta persona, la que yo sé que tienes en mente, no sólo no te ha girado la cara, sino que la ha acercado a la tuya y se ha dejado llevar. Te has dado cuenta de lo tonto que has sido, todo este tiempo esperando por esa maldita inseguridad que te caracteriza y finalmente, al dar el paso, todo ha salido a pedir de boca. Y nunca mejor dicho. Como en una puta película de Hollywood.
Te vas a casa flotando, en una nube, sintiéndote la persona más afortunada del mundo. Nada ni nadie sería capaz de bajarte de ahí arriba, ¿cómo podrían? Hacía tanto que no eras feliz que el sentimiento te resulta incluso desconocido, llevando la alegría a un estado superior.
E incluso en este viaje astral, en este éxtasis, algo no te deja evadirte por completo. Hay un nubarrón a lo lejos, en el bucólico cielo en el que te encuentras. Y sin embargo, en tu estado de embriaguez de sentimientos positivos, lo ignoras por completo, y sales de casa sin paraguas ni capucha.
Te levantas al día siguiente, todavía flotando. Sorpresa, el nubarrón, aquel que ignoraste por insignificante, está aquí. Y aquí se acaba la metáfora, me vuelvo a referir a ti.
A ti, que a pesar de que me "quieres" no eres capaz de soportar que la persona a la que amas sea feliz conmigo. A ti, que eres incapaz de tragar lo que tantas otras veces ha sido un plato de pésimo gusto para mí. A ti, que has pisoteado la primera flor que en años hace acto de presencia en mi jardín.
Volvemos a la metáfora.
Pasas el día en la cama, sin salir, a la espera de noticias. No news are good news, aren't they? Parece que no. Quedamos mañana, tenemos que hablar. Cinco palabras, cinco puñales en tus puntos vitales.
Intentas dormir, mañana quieres tener la mente despejada, buscar las palabras adecuadas. Pero un molesto pensamiento revolotea incesante en tu mente. Lo tratas de apartar sin éxito hasta que el sueño de vence.
Ha llegado el momento. El día D. La hora T. Llámalo como quieras, qué más da, el cargante pajarillo ahí sigue, inagotable. El día pasa volando, lo ves como si te encontraras en una película que muestra tu vida. Aunque nada tiene que ver ésta con la que viviste ante tan solo dos días.
Quedáis, por fin. Corres hasta el lugar. Ahí está, tan perfecta como siempre, no falla. Joder, cómo la saludo. Conservador como siempre, un abrazo que deseas que nunca se acabe.
No puedo mantener la puñetera metáfora, lo siento.
La miro a los ojos. Lo sé. Hostia puta, lo sé. El jodido pajarito tenía razón. No puede ser, esto no me puede estar pasando a mí.
Andamos un rato, callados, ninguno quiere romper el silencio sabiendo lo que viene a continuación. Nos sentamos. Aquí está, es imparable. Por favor, no separes esos preciosos labios tuyos. Avancemos el tiempo hasta que todo esto haya pasado.
"No podemos seguir con esto. Les vamos a hacer mucho daño"
El yunque.
Están lloviendo jodidos yunques, todos directos a tu pecho. Por qué, pregunto, aunque ya sé la respuesta. Al fin y al cabo, no me enamoraría de alguien egoísta. Claro que no, cojones. Tenías que pillarte de la tía más buena que existe.
El resto de la tarde sigue, qué más da. Palabras de autoconvencimiento seguidas de deliciosamente masoquistas silencios mientras nos miramos a los ojos, deseando poder olvidar el resto del mundo y ser tan solo nosotros, en el paraíso al que llegaste aquel viernes noche, pobre iluso.
El tiempo vuela memorizando cada detalle, cada centímetro del tesoro maldito que tienes enfrente, como un explorador que tras dedicar toda su vida a la búsqueda del mayor tesoro conocido y habiendo llegado a alcanzarlo con la mano, se ve obligado a dejarlo donde está. Rezando, sin saber a quién, por poder volver a encontrarlo en unas condiciones óptimas. De ilusiones se vive.
Finalmente, la hora llega. Es lo que tiene el tiempo, es inamovible. Alargas al máximo la despedida, ella también. Joder, de verdad le importo. ¿Qué clase de cruel broma del destino es esta? Que lo tenías ahí, hostia, ahí mismo.
Os abrazais como si fuera a ser la última vez que lo fuerais a hac... Oh espera. Lo es.
Lo es.
Se va, te vas, te hundes, ¿se hunde? Qué más dará ya. Se ha acabado. Todo.
Y con esto regreso a donde empezamos. ¿De verdad tienes el puto valor de decirme que es duro?. Qué cara tienes, chaval. Tú, ahí donde te crees el ser más miserable de la creación, ni te has acercado a conocer nada más allá de tu limitada vista. Yo...
Yo he estado en el cielo y me han echado. No por deméritos propios. Por envidias ajenas. Por el cuento tradicional del perro del hortelano, que ni vive ni deja vivir. Bueno, no sé qué harás con la tuya. Pero mi vida, mi vida se ha acabado en el momento en el que contemplé por última vez el todo, para volver directo a la nada.
Que es duro, dice...
El rechazo es duro, lo sé, he estado ahí. Es jodidamente duro. Pero la vida te enseña a superarlo, a base de acostumbrarte.
Ahora dime, ¿quién me enseña a mí a tener y sin pausa para saborearlo perderlo absolutamente todo?
Ya te lo digo yo. Nadie. Porque ese todo mío se ha ido con ella. Porque ya no me pertenece, porque no volverá.
Porque ahora, mi estimado amigo, me he quedado irremediablemente vacío.
Gracias

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Sumidero
AcakDonde va lo que tiene que salir Donde se escribe aquello que se debió decir