No podía ser de otra forma, si no hablando de sinceridad, que se pudo dar cuenta de la fina ironía subyacente en este concepto. Y es que, por definición, asumimos que la sinceridad va a resultar dolorosa, de una u otra forma, para su destinatario. Así, cuando se es sincero con alguien con la única intención de alabar, incapaces de elaborar una respuesta a tan desconocido estímulo, mediante pensamiento lateral, se toma la solución aparentemente más lógica: no se nos está diciendo la verdad. Tan raro como curioso es este caso, pues cabría esperar que la confirmación de una característica positiva sobre nuestra persona, que en mayor o menor medida intuimos, trajera como poco cierta paz a un espíritu humano siempre deseoso de reconocimiento. Y, sin embargo, este se muestra reticente, ya sea por influencia social o sus propias inseguridades, a aceptarlo, con humildad o más ufanamente, según el interpelado, y busca por todos los medios razones que el sorprendido emisor pudiera tener para engañarle.
De todo esto se dio cuenta tan solo siendo sincero, en una conversación que poco tenía de banal. Se dejó en el tintero, sumido en sus reflexiones, la pregunta más importante. Y no es otra que la sinceridad con uno mismo. Realmente asusta, programado como está el ser humano para reconocer como sinceridad tan solo aquello que le dañe, el pensar cuánto no se admitirá por creer erróneamente que uno se está engañando a sí mismo. Preciosa la ironía que solo una conciencia retorcida como la humana podría crear: mentirse afirmando que te estás mintiendo.
![](https://img.wattpad.com/cover/162495804-288-k2b162d.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Sumidero
RandomDonde va lo que tiene que salir Donde se escribe aquello que se debió decir