20 HORAS DESAPARECIDOLa inspectora recorrió con su mirada a los policías a su alrededor. Tratando de calmar su angustia, se aclaró la garganta. Las sirenas de los coches policíacos se escuchaban a lo lejos. Al parecer, las desgracias en Las Encinas no se detenían, ya que en ese mismo momento un alumno se encontraba desaparecido.
–Fue visto por última vez ayer por la noche. —Comenzó a explicar la inspectora— Tiene diecisiete años. En el momento de la desaparición, llevaba el uniforme del colegio Las Encinas. Pantalón burdeos. Camisa blanca, americana azul o gris con un ribete rojo en la solapa.
»Ya sabéis lo importantes que son estas primeras horas. Así que en marcha, compañeros.
Los policías vestidos de azul asintieron para luego seguir las órdenes de la mujer al mando. Comenzaron a desplazarse por entre los altos árboles que los rodeaban, buscando alguna pista o algún detalle que pudiera ayudar a descifrar el paradero del desaparecido.
3 MESES ANTES
Aurora se removió en su asiento con los nervios a flor de piel cuando sonó la campana que significaba la apertura de la puerta del otro lado. Sus ojos traspasaron el vidrio y sintió su corazón acelerarse cuando la figura de Fernando apareció frente a ella.
Nano se sentó y la miró con el ceño fruncido.
–¿A qué has venido?
Las frías palabras del chico hicieron un pequeño hueco en el corazón de la castaña. Aurora vaciló antes de abrir su boca y que las palabras salieran genuinamente.
–He venido a verte.
Fernando suelta una risa sarcástica y la mira incrédula.
–¿Dónde estuviste estos tres meses, Aurora? ¿De vacaciones con la marquesa?
–No hables estupideces, Nano. Si no he venido antes, es porque no he podido.
–Vale, cuéntame. Porque las únicas visitas han sido de mi abogado.
Aurora trago saliva nerviosamente. Jugó con los dedos de sus manos antes de suspirar entrecortado y mirar directamente a los azules ojos de Fernando.
–El día que te arrestaron desperté en una camilla de hospital. —Nano frunció el ceño— No sabía muy bien que había pasado, pero mi madre me lo dijo. Tuve un aborto, Nano. Perdí un crío.
–Aurora... —Los ojos azules del chico se pusieron cristalinos.
–No te preocupes, eso no fue lo más difícil. —Ella continuó— Lucrecia me dijo que Guzmán había tratado de suicidarse y me pidió que hablara con él, incluso que lo acompañara a pasar el verano en la casa de sus abuelos. Cuando traté de hablar con él, me mandó a la mierda. Joder, me dijo que Marina estaba muerta por mi culpa.
Las lágrimas corrían por las mejillas de la chica como cascadas. Nano sintió su corazón apretujarse en su pecho.
»Me dijo que me merecía lo que me había pasado. Que ese crío hubiera muerto era lo que me merecía y más. Tuve un colapso nervioso y tuvieron que internarme. Nano, estuve todas las malditas vacaciones internada.
–Joder, Aurora. Lo siento tanto... Yo no tenía idea.
–No te preocupes, no tenías por qué saberlo. Nadie lo supo. Mi padre se encargó de ello.
Nano sintió la impotencia recorrer en sus venas. La impotencia de no haber estado ahí para Aurora en esos momentos difíciles, la impotencia de haber sido inculpado injustamente, la impotencia del sistema de mierda que lo puso tras las rejas.
–Te he extrañado.
Aurora levantó la vista para toparse con los ojos azules mirándola con ternura y algo de angustia. Ella sonrió levemente y se lamentó que una ventanilla de vidrio los separara.
–Voy a encontrar la manera de sacarte de aquí, Nano. Te lo prometo.
–No te metas en problemas, Au.
–No te preocupes. He hablado con Samuel. —Nano frunció el ceño— Ha estado trabajando todo el verano para pagar tu fianza. Me han cortado los fondos, pero encontraré la forma de reunir el dinero.
–No quiero que te preocupes por eso. Estoy adaptado aquí, puedo esperar un tiempo. —Aurora frunció el ceño— Lo que tenéis que hacer, es encontrar al verdadero asesino de Marina.
Aurora asintió y frunció los labios. Para ella, todos parecían un poco sospechosos. Podía ser cualquiera, incluso Guzmán. La castaña repasó mentalmente el día de la fiesta y trato de recordar lo que más pudo.
–Nano... ¿Quién era la persona que más necesitaba ese reloj?
–Pues, la marquesa y el rubio. Sus familias estaban comprometidas en esos documentos.
–Entonces por ahí vamos a empezar. Sé que Samuel no ha venido, pero no es porque no quiera. Hablaré con él, ya verás como solucionaremos toda esta mierda.
Nano sonrió y quiso acariciar el rostro de la chica. Sus ojos recorrieron el rostro de ella, tratando de memorizar cada milímetro de este. Porque si todo salía mal, quizás iba a ser una de las últimas veces que la iba a poder ver. Aurora mordió su labio inferior con ansiedad. Miró a su alrededor, habían pocos reclusos con visitas y los guardias se paseaban escaneándolos meticulosamente.
–Ten cuidado, Aurora.
–Lo tendré. No te preocupes por mi, tú preocúpate de sobrevivir aquí sin deberle pasta a nadie. —Dijo ella divertida.
–Muy graciosa.
Aurora puso la palma de su mano en el vidrio, esperando que Nano hiciera lo mismo. Él frunció el ceño mientras alineaba su mano con la de la chica a través de la ventanilla. La castaña sonrió, pero luego su semblante se volvió serio.
–Vamos a sacarte de aquí, Fernando. Te lo juro.
–Lo sé. —Nano sonrió con angustia no tan seguro de sus palabras.
–Juntos.
Los ojos de Aurora se cristalizaron, pero no corrió la mirada. Los dos pares de ojos azules se miraban tratando de convencerse de que todo va a salir bien, que todo iba a estar bien. La chica rodó los ojos cuando el guardia le dijo que ya se le había acabado el tiempo. Se puso de pie y camino con la cabeza gacha al mismo tiempo que Nano era escoltado por un guardia.
–¡Aurora!
Ella levantó la cabeza cuando se volteó a ver a Nano.
–¿Si?
Nano sonrió y le guiñó un ojo.
–Juntos.
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𝐓𝐎𝐆𝐄𝐓𝐇𝐄𝐑; ᴇ́ʟɪᴛᴇ ɪɪ
FanfictionÉLITE II | «Las mentiras nos unen, pero también nos destruyen» Sabes que eres tu propio asesino no necesitas ayuda con eso Es tu espalda la que has estado apuñalando ¿Cuándo vas a entende...