84 HORAS DESAPARECIDO
Aurora entra nuevamente al salón donde se encontraba a la inspectora. Toma asiento y mira a los ojos de la mujer frente a ella.
–Por favor, Aurora. Cualquier cosa que sepas, de Samuel o de Nano, es importante para la investigación.
La castaña rueda los ojos y se cruza de brazos. La inspectora toma ese gesto como indiferencia y frunce el ceño.
–Eras muy amiga de Samuel y tuviste una relación con Nano. No puedo entender que estes tan tranquila.
–No estoy tranquila. Estoy hecha mierda con todo esto. Nano me dejo y se largo del país, ¿ustedes cree que no me duele? Se fue por culpa de ustedes, porque no han sido capaz de atrapar al puto asesino de Marina y ahora Samuel está desaparecido, quizás el asesino de Marina pensó que ya era hora de sacarlo del plano, y seguiría siendo culpa de ustedes. Todo esto es su puta culpa. Así que no me diga que me veo tranquila, porque no lo estoy. Estoy jodidamente enojada.
La inspectora suspiró y asintió.
–Entonces, ¿no sabes nada? Yo creo que Samuel te confiaba varias cosas, como la grabación que me mostró.
–Claro que sí. La grabación de Carla. —Aurora río sarcásticamente— Y a Lu se le ocurrió decir frente a todos que ellos follaban. Era obvio que alguien se enteraría que Samuel trataba de sacarle información y ese alguien trataría de sacarle del medio. Vaya, para ser inspectora no sabe juntar uno más uno y sacar conclusiones.
–Mira, Aurora. No estoy aquí para que me insultes. Estoy haciendo mi trabajo. Quiero que Samuel aparezca tanto como tú.
La chica negó con la cabeza y se puso de pie. Caminó hasta la puerta y la abrió, pero antes de salir, fijó sus ojos en la mujer.
–¡Pues estáis haciendo un trabajo de puta madre!
La castaña tiro la puerta haciendo un ruido seco. Los estudiantes en el pasillo se sobresaltaron y miraron a Aurora comenzado a susurrar. Ella levantó su cabeza con superioridad y camino por el pasillo, sus ojos de cruzaron con unos azules que la miraban atentamente, ella guiñó un ojo y él asintió.
* * *
Entro a Las Encinas junto con Antonia. Caminamos en silencio y nos separamos para ir a nuestros casilleros, no sin antes sonreír y afirmar que nos veríamos en clases. Abro el locker y guardo un par de libros que no usare inmediatamente y saco una libreta azul para mi primera clase. Son apenas las ocho de la mañana, pero siento un poco de energía en mi cuerpo. Quizás si debía desayunar más seguido.
Con mi bolso en una mano y la libreta en otra, camino hasta el aula, en el proceso saludo a un par de compañeros que están en el pasillo haciendo tiempo para no entrar aún. Al llegar a la puerta, puedo ver la espalda de Guzmán. Me percato que muchos susurran y ríen con sus teléfonos en las manos. Era obvio que se trataba del vídeo. Paso por un costado y lo miro de arriba hacia abajo de forma burlesca y él rueda los ojos. Solo alcanzo a alejarme unos pasos cuando siento el golpe de la puerta.
–¿Estáis disfrutando? ¿Os parece divertido? —Guzmán se acerca a un grupo— Si tuvierais un poquito de decencia y no estuvierais tan amargados, borraríais el vídeo.
–Guzmán, déjalo. —Nadia habló. Mis ojos de dirigen a la chica y siento pena por ella.
Nadie debería filtrar un vídeo sexual de otra persona. Es simplemente asqueroso. El rubio mira a su alrededor y se acerca hasta Nadia, se sienta con ella y decido que no debo meterme. Ellos deberían solucionar sus problemas.
Me siento a un lado de Ander y le sonrío incómodamente. Él me devuelve el gesto sin ganas, puedo notar que aún hay algo que le molesta y afecta. Pero antes de que pueda hablar, el profesor entra y debemos comenzar el examen. Antes de que alce mi hoja, Carla habla.
–Falta Samuel.
–¿Sabéis si llega más tarde o está enfermo? —El profesor pregunta a nadie en particular.
–Tarde no llega, que si las pizzas las lleva frías, no se las pagan. Te lo digo yo. —Guzmán alza la voz. Ruedo mis ojos y suspiro— Y no, enfermo tampoco está. Te habría llamado ya 600 veces para decirte que por favor le dejes hacer el examen otro día.
El profesor regaña a Guzmán y mis ojos chocan con lo de Rebeka. Ella tiene una mirada preocupada y me mira expectante, como esperando que yo supiera algo. Me encojo de hombros indicándole que no se nada. Ella suspira y comienza a llamar desde su teléfono.
Finalmente nos dejan comenzar el examen. Respondo todas la preguntas, pues si me había preparado esta vez. Una vez terminado, me levanto y dejo el papel blanco sobre el meson del profesor, antes de salir mis ojos se dirigen a mis compañeros donde Guzmán me mira intensamente. Hago una mueca y salgo del salón.
Más tarde, a la hora del almuerzo. Veo a Nadia entrar en los baños. Suspiro antes de entrar tras ella. Está controlando su respiración y puedo asumir que sus lágrimas también. Camino lentamente y apoyo mi cadera en el lavado a un lado de ella. Nadia levanta la vista y me mira avergonzada.
–No tienes que sentir vergüenza. Debes mantener la cabeza en alto. Ellos pueden burlarse todo lo que quieran. Pero jamás te podrán quitar tu dignidad, esa la formas tú.
–Es una vergüenza para mi familia. Yo soy una vergüenza para mi familia.
–No. Estoy segura que tus padres están muy orgullos de ti. Si existiera un ejemplo en persona de ser una buena musulmana, serías tú. Cometiste un error, todos lo hacemos y tuviste la mala suerte de que alguien sin escrúpulos os grabara. No fue tu culpa.
–¿Y que les voy a decir a mi padres?
–No tienen por qué enterarse, y si lo hacen, pues la verdad. Incluso podéis denunciar, eso es distribución ilegal de pornografía infantil.
Nadia me mira y puedo fijarme en las pequeñas lágrimas que corren por sus mejillas. Me abraza fuertemente y deja soltar su llanto. Mis brazos la rodean y dejo pequeñas caricias en su cabello. Cuando se tranquiliza un poco, se aleja pidiéndome disculpas.
–No te preocupes. En estos momentos, necesitas contención.
–Gracias, eres una buena amiga. —Sonrío algo incomoda.
–No, no lo soy. Pero me alegro poder haberte sido de ayuda. No dejes que te pisoteen, Nadia. Eres muy buena para eso.
Salgo del baño y me dirijo al comedor. Quizás aún pueda comer algo antes de mi siguiente clase.
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𝐓𝐎𝐆𝐄𝐓𝐇𝐄𝐑; ᴇ́ʟɪᴛᴇ ɪɪ
FanfictionÉLITE II | «Las mentiras nos unen, pero también nos destruyen» Sabes que eres tu propio asesino no necesitas ayuda con eso Es tu espalda la que has estado apuñalando ¿Cuándo vas a entende...