ÉLITE II | «Las mentiras nos unen, pero también nos
destruyen»
Sabes que eres tu propio asesino
no necesitas ayuda con eso
Es tu espalda la que has estado apuñalando
¿Cuándo vas a entende...
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–Pero, Aurora. ¿Por qué no estás vestida? —Mi madre pregunta al verme en pijama apoyada contra la mesada de la cocina.
–Pues porque no voy a ir hoy.
Mi madre suspira y deja su bolso sobre la mesada. Sus azules ojos tratan de intimidarme, pero le mantengo la mirada seria.
–Este es el segundo día que no vas. Pero también el último, ¿queda claro?
–Clarísimo, como el agua. —Sonrío y ella rueda los ojos.
Ella vuelve a suspirar y deja un beso en mi frente antes de salir definitivamente de la cocina. Cuando voy camino de vuelta a mi cuarto, el teléfono vibra en mis manos.
Lo pongo en alta voz.
–Supongo que a pesar de que te has ausentado estos días, irás a la red party. Right, sweetie? —La voz de Lucrecia algo enfadada suena.
–Nop.
–Mira, Aurora. Se que Guzmán se paso de la raya, pero no puedes echarte a morir, ¿lo entiendes?
–Mira, querida. Tu y yo, no somos amigas. Deja de fingir que lo somos. A mi me da lo mismo que hagas con tu vida, así que no te metas en la mía.
–Pero...
–Adios, querida.
Cuando me siento en la cama y lo medito muy bien. No quiero ir a esa fiesta a encontrarme con Guzmán y su maldito ánimo de mierda. Pero, por otro lado, aún tengo que averiguar quién realmente mato a Marina, se lo prometí a Nano y no iba a fallarle.
Así que con resignación me dirigí a mi armario a buscar algo rojo que pudiera ponerme esta noche.
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Cuando mis pies pisan el comienzo de las escaleras siento que la mayoría de las miradas están en mi. Puedo ver a un costado a Lucrecia mirándome algo orgulloso, junto a Carla, Cayetana y Guzmán viéndome algo asustado.
