cuatro

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Camino lentamente hacia la entrada, los nervios por volver a esta casa después de tanto tiempo me invaden

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Camino lentamente hacia la entrada, los nervios por volver a esta casa después de tanto tiempo me invaden. Pilar me abre y sonríe, aunque no puedo decir si se trata de una mueca en realidad.

–Pasa, cariño. Samuel ha ido por un encargo, llega enseguida.

–Gracias.

Entro sin saber muy bien que hacer. Me quedo de pie junto a la pequeña mesa que Pilar usa para leer las cartas y frunzo en ceño cuando veo las cartas repartidas sobre esta. Ella levanta una ceja y se le escapa una verdadera sonrisa.

–¿Quieres que te lea una tira?

Lo pienso un poco y me encojo de hombros, asintiendo en el proceso. Ella hace un ademán para que me siente frente a ella. Baraja las cartas y saca tres de encima y la deja boca abajo frente a mi. Me mira antes de dar vuelta la primera carta.

–Los amantes. Se vienen decisiones importantes en tu vida, incluso dolorosas, pero que la decisión correcta que traerá un resultado positivo está al alcance de tu mano.

Ella sonríe antes de dar vuelta la siguiente carta.

–La luna. Algo en tu vida no es lo que parece. Tal vez hay algo que no has comprendido bien o hay una verdad que te rehúsas a aceptar. También puede significar que hay algo importante que se te está siendo ocultado por otra persona. Esto puede causar preocupación y depresión en tu vida y la Luna es un fuerte indicador de que debes de apoyarte en tu intuición para ver a través del subterfugio.

Me remuevo incómoda mientras Pilar bebe de su vaso de agua. Cuando da vuelta la última carta, la puerta se abre bruscamente dejando ver a un agotado Samuel. Cuando el moreno fija su vista en nosotras, frunce el ceño.

–Deja de tratar de leerle el futuro a mis amigos.

–No les leo el futuro, solo los encamino a través de las cartas. —Pilar rueda los ojos y se concentra en la última carta— La sacerdotisa...

–Ya, basta. —Samuel toma mi brazo y me guía hasta su habitación, cerrando la puerta tras de sí.

–Vale, ¿qué te sucede?

–Nada, no tienes que creer en las cartas esas.

Suelto una carcajada y me siento sobre su cama mientras él deja sus cosas en su escritorio. Abro mi pequeño bolso y dejo el sobre con billetes a mi lado. Samuel me mira extrañado y levanta una ceja esperando una explicación.

–Es para la fianza. Es todo lo que tengo, era lo que pensaba darle a tu hermano para pagar su deuda, bueno, antes de que pasara lo de los relojes. —Aclaró mi garganta algo incomoda.

𝐓𝐎𝐆𝐄𝐓𝐇𝐄𝐑; ᴇ́ʟɪᴛᴇ ɪɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora