ÉLITE II | «Las mentiras nos unen, pero también nos
destruyen»
Sabes que eres tu propio asesino
no necesitas ayuda con eso
Es tu espalda la que has estado apuñalando
¿Cuándo vas a entende...
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narrador omnisciente
Guzmán se removió nervioso y carraspeó antes de decidirse tocar la puerta frente a él. El chico a su lado le dio un pequeño empujón para darle ánimos de tocar la puerta. Para su suerte, Alba abrió la puerta y sonrió nostálgica al ver a ambos chicos frente a ella.
–Pasen, está en su habitación.
El rubio y el moreno se adentraron rápidamente, subieron las escaleras y caminaron hasta la puerta blanca que se encontraba cerrada. Samuel tocó dos veces, pero nadie respondió. Intercambiaron miradas y decidieron entrar.
La castaña se encontraba acostada boca abajo, su pelo más largo se esparcía por sus hombros y la almohada. Se encontraba solamente con la parte inferior de su ropa interior y una camiseta de tirantes, todo negro. Samuel suspiró cuando se fijó que en la mesita de noche se encontraba un porro medio fumado. Guzmán analizó a la chica con la mirada, no podía evitar sentirse algo culpable.
Aurora había faltado dos días seguidos a Las Encinas y tanto Samuel como Guzmán se imaginaban el por qué.
Samuel se acercó lentamente y apoyó su mano sobre el hombro de la chica. Ella se removió suavemente y miro al castaño. Sus ojos rojos demostraban la droga y las lágrimas. Samuel frunció el ceño, ella estaba hecha mierda.
La castaña se sentó en la cama y frunció el ceño al ver a ambos chicos en su habitación. Ambos vestían el uniforme de Las Encinas. Ella se deshizo de sus audífonos y cortó la música de su móvil. Y fijo la mirada en ambos chicos esperando una respuesta.
–Au, se que es difícil, pero no puedes dejarte morir. —Samuel habló primero.
Ella sonrió sarcástica. Guzmán carraspeó y Aurora lo miró, él evitaba mirarla de más, incluso movía su pie nerviosamente. Ella rodó los ojos y tomó el pantalón de pijama y se lo puso mirando a los chicos.
–Vale, ¿qué hacéis aquí? —Ellos intercambiaron miradas cómplices— Decid algo, que ya me parece muy extraño que andéis juntos.
–Tenemos pruebas de que Nano no mató a Marina. —Aurora sintió su pecho apretujarse al escuchar el nombre de Nano.
–Vale... —Ella se acarició los brazos tratando de contenerse a ella misma.
–Carla lo ha confesado. —Guzmán habló por primera vez.
–¿Es en serio? —La castaña levantó una ceja.
–No, bueno no así. —Samuel corrigió— Pero sabemos que tiene algo que ver.
Samuel sacó su teléfono y reprodujo el audio donde Carla le decía que si seguía con su investigación iba a terminar como Christian. Aurora se sintió peor, recordó la última vez que habló con Christian y como él parecía cansado y apuntó de explotar.
