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Justin esperó pacientemente apoyado en la pared mientras mascaba su chicle, mirando a través de sus RayBans el cielo despejado.

 No había ni una nube. Respiró hondo, sin poder evitar sonreír. Hacía un día espléndido, los pájaros revoloteaban por todas partes, preciosos puntos negros que bailaban en el azul del cielo, y eso le hacía pensar en _______(tn).

-          ¿Justin?

 El aludido se giró hacia la voz.

 Un joven de unos veintitrés años, moreno y flacucho, le miraba extrañado, comiendo un trozo de pan con las manos bastante asquerosas. Su pulso se aceleró notoriamente al encontrar al rubio fuera.

-          Mark –le saludó, sonriente.

-          ¿Qué te trae por aquí? –receló el otro, sabiendo que Justin no podía llevarle nada bueno –No es normal que aparezcas a plena luz del día.

-          Lo sé –rió el chico –¿Qué estás haciendo? –comentó, quitándose las gafas.

 Se interesó en la tarea de Mark. Avanzó hasta el almacén número dos, el cual Mark no utilizaba solo para guardar cosas, si no que vivía allí durante gran parte del año.

 Dentro, una moto parecida a la de Justin estaba puesta de al revés, con las ruedas hacia arriba, justo al lado de una cama deshecha.

-          Estaba arreglando a Teresa; como siga dándole estos trotes no aguantará mucho más –comentó, con pena.

 Justin le echó un ojo al problema y luego le palmeó la espalda a Mark.

-          Tranquilo, no es grave. Te quedará como nueva.

-          ¡Qué bien lo sabes! –se carcajeó Mark –Claro, como no te he arreglado veces a tu niña. –le guiñó un ojo y Justin rió.

-          Te he dicho mil veces que no la llames "mi niña", que no es una persona.

 Mark levantó las manos llenas de grasa de motor.

-          Cierto, cierto, que tu novia se pone celosa.

 El rostro de Justin cambió completamente. Mark no pareció percibirlo e hizo un movimiento obsceno con todo su cuerpo para comunicar lo que pensaba de la chica de Justin, y este le agarró fuertemente la muñeca hasta doblarla.

-          Por última vez, Mark. –dijo, viendo cómo los ojos del hombre se abrían desmesuradamente con el dolor –Yo no tengo novia, ¿entendido?

-          ¡Entendido, joder, entendido!

 Y lo soltó. Mark se agarró la muñeca y la frotó para apaciguarla. Estaba seguro de que se le hincharía.

-          ¿Qué quieres? –murmuró, decidiendo acabar con aquello pronto.

-          Anoche tuve un problema.

 Se bajó el cuello de la camisa para mostrarle el parche que cubría las costuras del hombro. Mark alzó las cejas.

-          Fue un balazo limpio, con abertura de entrada solamente. No afectó ningún músculo, así que no quedará mucha marca.

-          Total, una más que menos… -se burló Mark, y Justin volvió a sonreír. –Entonces, ¿qué necesitas? Ya está cosida, ¿no?

-          Sí, pero un amigo tuvo que asumir la culpa ante el hospital y admitió haber disparado la pistola. –Mark negó con la cabeza con el rostro descompuesto, viéndolo venir –Necesito que me falsifiques un permiso de armas.

 El hombre se volvió hacia la moto, desentendiéndose de la situación. Aún negaba con la cabeza. Justin rodó los ojos y anduvo hasta volver a quedar de cara a Mark. Este levantó un poco la cabeza.

-          No, Bieber, no.

-          Venga, Mark, solo conozco a otra persona que sabe cómo conseguir uno, pero es incluso menos probable que me lo haga que tú.

-          Yo ya no hago esos trabajos, Justin, y lo sabes.

 Justin achicó los ojos y resopló.

-          No me salgas con eso, Mark, que nos conocemos. –el chico se agachó a por una llave inglesa, nervioso, bajo la mirada inquisidora de Justin. –Te has hecho el sorprendido con lo del tiro, pero sé muy bien que estuviste allí anoche.

 Mark desvió la mirada, nervioso. Sacudió su bigote al darse cuenta de que aún le quedaban unas migajas de pan en él. Justin, por su parte, se paseó por el almacén como si fuera suyo, curioseándolo todo con detenimiento. Se sentó finalmente sobre la mesa de trabajo donde Mark tenía todas sus herramientas, y allí encontró una pelota pequeña. La hizo girar entre sus dedos, observándola, y luego se la pasó de mano a mano, notando lo incómodo que estaba poniendo a Mark.

-          Además –comentó, desinteresado, al cabo de unos minutos de tenso silencio. –, creo recordar que me debes un par de favores.

 El otro tragó saliva. Tendría que haberse prestado a ayudar antes de que Justin llevara la conversación hasta ese punto.

 El rubio siguió hablando con su tono tranquilo y meloso.

-          Y ya sabes que a Charlie le gusta que me devuelvan los favores, no le gusta que me tomen el pelo. –paró la pelota y miró a Mark con una sonrisa torcida, pero no de las que le dedicaba a _______(tn), si no de las que congelaban a la gente. –Este incidente podría escapárseme sin querer delante suya.

 Mark se quedó muerto durante unos segundos. Luego sonrió inmensamente y dio una palmada al tiempo que se ponía en pie.

-          ¿Para qué molestarse, Justin? –se acercó al chico con los brazos abiertos. –Si yo te debo un par de favores, yo te los pago, muchacho, ¡no hay problema! –le puso una mano en el hombro sano. –Yo soy un tío legal, Justin, tú sabes.

 Justin bufó, bajándose de la mesa.

-          Ponla a nombre de Christian Beadles. Nacimiento, el 22 de Noviembre de 1993. –se sacó un papel del bolsillo y lo estampó contra la mesa. –Ahí tienes la foto. –el móvil le vibró en el bolsillo –¿lo tendrás para mañana?

-          Para esta noche, si me apuras –le guiñó un ojo, intentando no temblar.

-          Genial. –Justin le palmeó el hombro y salió de allí, poniéndose las gafas para no cegarse con la luz del sol –Luego me paso a por ello.

 Una vez echó a andar, sacó el teléfono e identificó el número de _______(tn) en la pantalla.

“ Estoy sola en la piscina. Procura venir a recogerme, o de la Bieberconda no quedará nada, Justin”

 Justin bufó sonriente y agitó el pelo. Se sentía mal porque se había cabreado con razón, pero no podía evitar que le encantara cuando _______(tn) se enfadaba. Así que cambió de rumbo, directo al campus.

 Antes de hacerlo, sin embargo, no pudo resistirse a mirar una vez más atrás. El flaco de Mark estaba fuera, fumándose un cigarrillo, probablemente para descargar la tensión.

 Pero tensión era lo que sentía Justin. Había tenido que poner su mayor esfuerzo para controlarse y no pegarle un tiro en el hombro, igual que el que le había pegado Mark la noche anterior a él.

 El imbécil creía que podía engañar a Justin, pero no. La realidad era que, en ese momento, Mark estaba vivo porque Christian necesitaba el permiso.

juguemos a ser uno(justin y tu) 1313Donde viven las historias. Descúbrelo ahora