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Cuando vio abrirse la puerta de aquel edificio, Justin se agachó en su asiento.

 Un muchacho moreno, alto, de aspecto fuerte y rasgos que le descubrían una edad cercana, aunque menor, a la de Justin, salió, posiblemente del mismo apartamento en el que él se reunía con Charlie.

 El chico se paró en la plaza que se extendía ante el edificio para encenderse un cigarrillo. Algo le decía a Justin que debía permanecer en su escondite, por lo que maldijo su parte impulsiva cuando, sin darse cuenta, se encontró empujando la puerta del coche robado que conducía ahora y avanzando hacia la entrada del bloque de apartamentos.

 Tendría que cruzarse con su “compañero” en apenas unos segundos, y todo su cuerpo y sus instintos ya entrenados le gritaban que corriera y se alejara de él, pero estaba cegado por el rencor, incluso por los celos.

 Y entonces, dos pasos antes de estar a la altura del muchacho, un ruido estrepitoso abrumó sus oídos, varios hombres se bajaron de coches colocados rodeando la plazoleta, y el muchacho dejó caer el cigarro del susto.

 En un primer momento, Justin se vio envuelto en una trampa, pero al ver la cara de horror que el chico dirigió al apartamento de la planta número 11 entendió que él también había sido sorprendido, por lo que analizó la situación en menos de un segundo.

 La calle estaba prácticamente vacía, a excepción de un hombre sentado en un banco que miraba la escena boquiabierto tras su periódico, como si pensara que se trataba de una cámara oculta, y una señora que, si antes paseaba a su bebé tranquilamente con un carrito, ahora huía para protegerle con una expresión de pánico. Ellos se encontraban en el centro de la plaza, y a su alrededor más de una decena de hombres armados cuyos cañones apuntaban todos en su dirección.

 Pensó en todas las oportunidades que tenía de salir de allí con vida si se enfrentaba a aquellos hombres, y no vio ninguna clara, ninguna vía de escape.

 El otro chico empezó a temblar, se notaba por el castañear de sus dientes, y sus ojos comenzaron a humedecerse.

-          Llora, chaval, estás muerto –rió uno de ellos.

-          Tú –otro se dirigió a Justin y, cuando hubo captado su atención, hizo un movimiento con el cañón de su pistola, indicándole que saliera del círculo. –Lárgate de aquí si no quieres que te meta una bala en la cabeza.

 Justin no podía creer la suerte que estaba teniendo, ¡creían que estaba allí por casualidad, como otro viandante cualquiera!  Comenzó a andar con pasos lentos e inseguros, procurando parecer asustado. Le quedaban apenas un par de zancadas para salir del círculo de señores trajeados y ser libre de nuevo, se preguntó qué sería del otro chico y si Charlie lo sacaría de allí.

 Charlie.

 De pronto, eso fue todo lo que inundó su mente, y estando ya a la altura de uno de los hombres, que le dejaba hueco para salir, hizo lo que desde el primer momento supo que no debía hacer: dirigió una mirada a la planta 11 del edificio de su espalda, a la ventana desde la que uno de seguridad observaba toda la escena, esa ventana desde la que él mismo había observado tantas veces la plaza. Y en ese instante, vio en los ojos del agente que le estaba permitiendo el paso que había sido reconocido.

 En menos de un segundo, que a él se le hizo eterno, ese tipo gritó su nombre y todas las pistolas apuntaron a su cabeza.

 Y así, sin más, Justin Bieber, fue atrapado.

juguemos a ser uno(justin y tu) 1313Donde viven las historias. Descúbrelo ahora