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Abrió los ojos como pudo, agotado. Le costaba mantener la cabeza erguida, y ésta le daba tumbos como un peso muerto. Tampoco tenía fuerzas para escupir con decencia, por lo que al intentarlo, quedó colgando de su boca un hilillo de sangre.

-          Vas a tener suerte, muchacho. –comentó Scott, limpiándose las manos. –Estaba perdiendo la paciencia ya, pero tengo que irme.

 Se acercó a Justin y le levantó la cabeza de un tirón en el pelo. Luego le susurró al oído:

-          Tómatelo… como una oportunidad de reflexión. –le palmeó la cara con la mano que le quedaba libre. –Medita, chaval, medita. ¿Dónde está Charlie?

 Todo el mundo abandonó el sótano, dejándolos prácticamente a oscuras. Sólo dejaron una vieja bombilla encendida, que titilaba más que alumbraba. Justin se tomó unos minutos para recuperar claramente la conciencia, intentando no escuchar la pobre respiración de Will, que luchaba a su lado contra la muerte mientras se desangraba despacio. No le quedaba mucho tiempo, aun así.

 Él, de hecho, tampoco tenía tiempo. No podía perder ni un segundo más y estaba empezando a ponerse nervioso en lugar de mantener la calma, que era lo que debía hacer.

-          ¿Crees… crees en Dios? –susurró débilmente Will, sobresaltando ligeramente a Justin, que creía que ya ni siquiera podía hablar.

 Estaba hablando con un moribundo. Sabía que debía de decirle que sí, y sin embargo supo que sus ojos le pedían la verdad.

-          Sí Dios existiera, ¿crees que estarías muriendo aquí sin haber vivido una mierda?

-          Yo sí creo. –murmuró, cerrando los ojos.

 Justin le observó otra vez. Sus rasgos, como previó en la plaza, le confiaban que ni siquiera era mayor de edad. Se preguntó cómo habría acabado él bajo las órdenes de Charlie. Probablemente en una situación similar a la de Justin.

 Algo en su cara de niño le dijo que aquel muchacho condenado jamás había hecho daño a una mosca. No se merecía morir y, sin embargo, era él, y no Justin, que había llegado a matar, quien se estaba desangrando allí por Charlie. ¿Dios?

-          ¿Crees que Dios tendría a alguien inocente agonizando en un sótano? –preguntó Justin, sin poder evitarlo.

-          Creo que estoy aquí por alguna razón. –aun en la oscuridad, Justin podía ver cómo poco a poco iba perdiendo color. –Creo que de ti dependen más vidas que la tuya misma, y que necesitas alguien que te desate las manos para poder salvarte.

 Parpadeó varias veces, un poco confuso ante las palabras de Will. Se estaba ofreciendo a ayudarle cuando Justin no podía hacer nada por él. No era algo a lo que el rubio estuviera acostumbrado. Y además, le removía las entrañas que el chico pensara que Dios le tenía allí por él. Pero en su cabeza saltaban a gritos los rostros de _______(tn) y Jazzy, y tenía que aprovechar esa oportunidad.

-          ¿Harías eso por mí?

-          Si consigues acercarte, sí. Al menos que se salve uno, ¿no? –intentó reírse, pero en seguida una tos horrible se lo impidió.

 Justin se aseguró de que allí no hubiera cámaras, aunque si las hubiera habido tampoco le habría importado, y comenzó a arrastrar su silla a saltos, provocando que sus muñecas sangraran aún más de los tirones, hasta la silla de Will. Consiguió colocarse espalda con espalda, y notó las manos de Will forzándose para llegar hasta las cuerdas que ataban las suyas.

 La sangre chorreaba por los antebrazos de Will, y Justin notaba el enorme esfuerzo que aquel chico estaba haciendo por él. Su respiración jadeante se desacompasaba cada vez más, y el pulso le temblaba. Justin estaba literalmente sufriendo, rogando que el sufrimiento de Will no durara mucho.

 Y, de pronto, las cuerdas le soltaron.

 Se apresuró a soltar sus pies y se levantó, desentumeciendo sus extremidades. Le dolía todo el cuerpo por los golpes pero, en cuanto volvió a sentirse las piernas, corrió a desatar al chico. Éste temblaba, blanco como la cal.

-          Vete… –consiguió articular. –Sé libre.

“ Los pájaros son libres –le explicó _______(tn)–Ellos pueden vivir, pueden ser ellos mismos; son libres.”

 Justin sintió una punzada de dolor en el pecho al recordarla. Se miró las muñecas, ahora cubiertas por heridas en forma de grilletes. ¿Qué clase de libertad se había buscado?

 Tumbó a Will en el suelo y le limpió la cara.

-          Gracias, Will –dijo de corazón. –Jamás olvidaré esto. Te lo prometo.

 Lo dejó allí y subió a prisa las escaleras. Tuvo que bajarlas de nuevo para buscar algo que usar de ganzúa y, cuando encontró dos pequeños y finos hierros, se aproximó de nuevo a la puerta y acabó con todas las cerraduras, como Charlie bien le había enseñado.

 Se arriesgó a abrir, puesto que no tenía muchas más opciones, dispuesto a pelear con quien hubiera, pero debían de estar preparando algo importante, pues no había nadie custodiando la puerta y, sin embargo se escuchaban muchas voces en un ala de la casa en la que se encontraba. No dudó en coger el camino contrario al ruido y anduvo sigiloso como un gato, de la forma que tanto le caracterizaba, por toda la casa, como si fuera un fantasma.

-          Mierda…

 Había dos agentes en la puerta de entrada, y no le interesaba llamar la atención en ese momento, así que entró en una habitación al azar y abrió la ventana.

 No podía creer que estuviera siendo tan fácil, pero así era. Se descolgó el escaso metro y medio que le separaba del suelo y se alejó en la oscuridad, dejando a Will atrás.

 Él no creía en esas cosas. Pero rezó una oración por su alma.

juguemos a ser uno(justin y tu) 1313Donde viven las historias. Descúbrelo ahora