Justin avanzó por el campus de la universidad con la chaqueta al hombro y sacudiendo su cabello de aquella forma tan especial de la cual era consciente que volvía locas a las chicas. Llevaba un par de libros debajo del brazo, manteniendo oculto entre ambos un folleto de la clase de filosofía. No tenía nada que esconder, pero tampoco era el tipo de chico que decía toda la verdad.
- Hola, preciosa. –murmuró al oído de una chica, besándole el cuello.
Ella se volvió hacia él y lo besó con pasión, sabiendo que todas las chicas a su alrededor morirían de celos por aquello.
_______(tn) entró en el campus sin tener demasiado claro hacia dónde iba. La idea de comenzar la universidad sin un solo amigo le sacaba de quicio, y odiaba a su madre por eso. Obviamente ninguno de sus compañeros podría jamás permitirse entrar en Princeton sin una beca, y _______(tn) tenía claro que ella tampoco habría podido conseguir tal cosa, si no fuera por el importante pellizco de ingresos que su familia había supuesto para aquel centro. Ella no era una chica a la que le gustara el dinero. Siempre había sido una muchacha sencilla que intentaba no llamar demasiado la atención. Pero eso era algo difícil cuando poseías el apellido _______(tap) en aquel maldito país.
Fue caminando distraídamente por los pasillos del edificio principal. De pronto escuchó cuchicheos a su alrededor. No es que todo aquello le interesara demasiado, pero se dio cuenta de que había un profundo silencio en aquella sala, solo roto por algunos murmullos apagados, así que levantó la mirada del libro y encontró a decenas de chicas en diversos grupos ahogando con la mirada a una pareja que compartía un fogoso beso.
- Por favor… -murmuró con desprecio en contra de aquellas pobres chicas sin vida que, si bien no babeaban por tener una relación así, lo hacían por tener una relación así con aquél chico.
Continuó andando sin prestar demasiada atención a lo que ocurría en aquella pareja de jóvenes acalorados. Los chicos no eran algo que le quitara el sueño. Tenía que ser alguien muy especial para que ella pudiese llegar a posar si quiera su mirada en él.
Su madre llevaba años presentándole a los hijos más guapos de los clientes o colaboradores de la empresa de su padre, pero solo uno había conseguido captar su atención. Naturalmente, el muchacho no tardó en hacer algo que molestó tanto a _______(tn) que lo plantó inmediatamente.
Desde luego, tenía cientos de cosas más importantes en qué pensar.
Entró en clase de ciencias cinco minutos antes de lo debido, le gustaba ser puntual. Algunas personas fueron ocupando asientos a su alrededor según se acercaba la hora, pero nadie se sentó a su lado.
Finalmente tocó el timbre, y un grupo de chicos entraron a carcajadas en el aula, con el muchacho del beso en el centro.
- ¡Justin, te hemos guardado un sitio! –gritaron algunas chicas, señalando un asiento vacío en el centro de todas ellas.
_______(tn) dejó de prestar atención. Estaba claro que era el típico chico al que le gustaba estar en el foco de todas las miradas, en especial las de las chicas, y _______(tn) estaba segura de que lo conseguía.
Sus amigos le palmearon la espalda entre risas cuando él les guiñó un ojo antes de sentarse donde sus compañeras le indicaban.
- Buenos días, chicos. –dijo el profesor, dejando su maletín en la mesa sin brindarles una mirada. –Soy el señor Parker. Espero que tengan un buen año. Seré su tutor durante este curso y me gustaría –añadió con un tono gélido dirigido expresamente para la sección de la clase donde estaban los amigos del tal Justin. –no recibir ni una sola queja de ustedes, al menos durante la primera semana. – hizo una pequeña pausa y, como si se lo hubiera pensado mejor, rectificó. –Al menos durante el día de hoy. ¿Podría ser?
Unas risas femeninas interrumpieron su discurso de iniciación del curso. El señor Parker suspiró, y _______(tn) supo exactamente el tipo de exasperación que estaba sintiendo. Era la exasperación de la invisibilidad que ella experimentaba cada día.
- Señor Bieber, creo que nos conocemos todos lo bastante bien como para que no tenga que decirle lo que quiero que haga.
Un momento.. ¿había dicho Bieber? ¿refiriéndose al tal Justin? ¿Justin Bieber?
- Claro, señor Parker. –Justin se levantó del asiento y recogió sus cosas. –Lo siento, chicas –les dirigió una sonrisa que derritió a cada una de las niñas que había en aquel rincón. -, al señor Parker no le gusta que nos distraigamos juntos. –luego se giró hacia el profesor -¿Dónde quiere usted que pose mi trasero?
El señor Parker señaló hacia algún asiento que _______(tn) no logró ver, ya que estaba demasiado ocupada analizando la situación en la madera de su mesa. Segundos después, la respuesta llegó a ella. Justin Bieber se sentó a su lado. _______(tn) se giró hacia él con ojos como platos. Estaba casi segura de que era él. Tenía los mismos ojos dulces y penetrantes, aunque ahora parecían más fríos, más… calculadores. Su pelo, peinado de forma distinta a como lo recordaba, tenía el mismo tono de miel acaramelada, como su voz.
El profesor debió de comprobar que la niña con la que le había puesto se sentía un poco turbada al lado del señor Bieber; “no sé ni por qué me extraño”, pensó para sí mismo. Se inclinó sobre la lista de la clase que le habían asignado y luego se dirigió a aquella chica.
- Señorita _______(tn), ¿cree que será capaz de prestar atención a mi clase? Piense que para eso tendría que dejar de observar al señor Bieber. –la miró por encima de sus gafas de culo de vaso.
_______(tn) se puso totalmente colorada, podía notarlo. Asintió con la cabeza a sabiendas de que acababa de perder todo el respeto que buscaba de su tutor. Por el rabillo del ojo miró una última vez a Justin, tan solo para asegurar tristemente lo que se temía. Él no le había concedido ni una simple mirada de chequeo, ni siquiera había querido conocer el aspecto de la chica a la que habían humillado por su culpa. Y no era la primera vez.
