Capítulo tres

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Después de una noche agitada, Dev se había levantado antes de lo habitual. Había querido quitarse de encima todo el trabajo que pudiera para tener tiempo de sobra para las lecciones de montar de Hannah.

Pero lo que lo había tenido despierto era preguntarse por qué se tomaba tantas molestias. En el rancho siempre había montones de cosas que hacer, sin mencionar el papeleo, que él evitaba lo más posible.

Durante toda la noche no había podido dejar de pensar en Hannah Morgan en el exterior y entre caballos. Había pensado que su presencia podría ser molesta y no lo era, a su hijo le había caído bien inmediatamente. Y eso que ella le había dicho que él había sido el playboy del instituto.

No era así como él lo recordaba. Ella debía confundirlo con algún otro vaquero a quien le hubiera ayudado con los estudios. Por todas esas razones y por alguna otra más que todavía no se le había ocurrido, estaba ahora en el corral con un caballo ensillado y esperándola a la hora que habían quedado.

Y, por si eso no fuera ya suficientemente malo, la estaba esperando con más ansia de la que hubiera pretendido sentir.

¿Le había hecho la oferta de aprender a montar por gratitud? Su madre lo había ayudado mucho a él ocupándose de su casa y su hijo, y Hannah le había curado el hombro a Newy, cosa que tenía que admitir que lo había dejado impresionado. Así que estaba en deuda con las dos Morgan. ¿Era eso suficiente como para explicar que la perspectiva de ver a Hannah lo hubiera encendido por dentro como la gran inauguración de un casino de las vegas?

Sus recuerdos de ella en el instituto eran muy vagos. Recordaba que ella lo ayudo a aprobar. ¿Cómo podía olvidarlo? Había sido muy humillante para él.

Sus notas eran muy buenas en todo menos en físisca y, para poder seguir en el equipo de deportes, se había visto obligado a aceptar ayuda en ese tema. Su profesor había insistido en que fuera Hannah quien se la diera, ya que era la major de la clase, pero ella no solo era más joven que él, sino que, además, era una chica, y muy inteligente. En un tiempo en que él estaba tratando de ser un hombre, ella lo había hecho sentirse como un niño de párvulos.

Hannah era lisa y delgada como un chico, con unas gafas más grandes que su rostro. ¿Quién se iba a imaginar que, en diez años, le iban a salir esos senos y curvas que la habían transformado en algo tan atractivo? Nunca se habría imaginado que detrás de esas gafas de grueso cristal ella tuviera unos ojos tan azules y grandes.

¿Y qué?

Se iba a quedar seis semanas en el rancho, para descansar y estar con sus madre. La visita no era nada más que algo temporal, ya que su vida estaba en la Costa Oeste. Él ya había salido quemado una vez por una mujer que pensaba que los pastos más verdes estaban en cualquier otra parte que no fuera Destiny.

Hannah se había marchado a la universidad antes que la mayoría y se había creado una vida propia a miles de kilómetros de allí. Él sería un tonto si dejaba que sus lujuriosas curvas y sus luminosos ojos le hicieran olvidar eso. Su misión era hacer que ella superara ese miedo a los caballos y luego dejarla seguir con su vida.

La vio acercarse con unos vaqueros, camiseta verde lima y una gorra de béisbol. Estaba realmente tentadora. Iba cubierta de ka cabeza a los pies, pero esa ropa destacaba sus curvas. El pulso se le aceleró a pesar de la poca piel que se le veía. Ese pensamiento generó el reto en su interior de ver más de ella.

Hannah se detuvo en la cerca que los separaba y se quedó mirando al caballo por un largo rato antes de decir:

-Buenos días.

Él se llevó la mano al ala del sombrero.

-Buenos días.

Había esperado ver a Ben con ella, ya que no se habían separado desde que se habían conocido.

Un Solo Beso (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora