Capítulo quince

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La feria de la salud casi había terminado, pero Hannah aún no podía descansar y todos seguían tan ocupados como al principio.

En un momento dado, estaba ofreciéndole a la gente hacerles análisis para ver el nivel de azúcar en la sangre cuando apareció un hombre mayor que se detuvo delante de ella.

-Puedo comprobar su nivel de azúcar en la sangre- le dijo ella.

-No. Preferiría pintar de rosa mi establo.

Era alto, de unos sesenta años, con el cabello blanco, delgado y con unos penetrantes ojos azules.

-Addie me ha dicho que le dé esto al médico.

Sacó entonces un pedazo de papel que contenía los resultados de sus análisis.

-Yo soy la doctora Hannah Morgan.

-¿Qué me dice? ¡Pero si es solo una niña!

-Como si hubiera empezado a andar hace dos días...- murmuró ella.

-A mis oídos no les pasa nada.

-Me alegro de saberlo- respondió Hannah sonriendo artificialmente y leyó el nombre del papel: Clovis Evans-. Encantada de conocerlo, señor Evans. Voy a echarle un vistazo a sus análisis.

-A mi no me pasa nada.

-Parece que tiene una salud excelente...

Hannah miró los numeros del papel y frunció el ceño antes de añadir:

-Veo que tiene la tensión alta. Me gustaría que fuera a donde está Bonnie Potts y que se la tome.

-Ya lo ha hecho. Me ha dicho que la segunda vez da lo mismo que la primera - dijo el hombre preocupado-. ¿Qué me pasa?

-Señor Evans, la tensión alta puede ser algo serio.

-¿Cómo de serio?

-Se le llama a menudo 《la asesina silenciosa》, ya que puede provocar un ataque al corazón o un infarto sin previo aviso.

-Pero yo me encuentro bien.

Hannah asintió.

-Eso es parte del problema. Si uno se siente mal, hace algo al respecto, pero es difícil creer que algo va mal cuando no hay síntomas.

-¿Y qué puedo hacer?

-Me gustaría verlo en mi consulta. Tenemos que hablar de las posibles medicaciones. Y la dieta y el ejercicio pueden ayudar.

-Mire, jovencita. No es como si estuviera sentado todo el día en el rancho sin hacer nada.

-Seguro que no. Y tampoco hay necesidad de estar preocupados permanentemente...

-¿Quién dice que estoy preocupado? Estoy tan sano como un caballo.

-Ignorar esta enfermedad puede llevarnos a un problema que es tan malo como lo que está usted pensando. Me gustaría que nos llamara para concertar una cita.

-Tal vez cuando el doctor Holloway vuelva...

Hannah se enderezó en toda su altura, pero aún así, tuvo que seguir levantando la mirada.

-Señor Evans, ¿Ha oído alguna vez la expresión de que, cuando se entierra la cabeza en la arena, dejas el trasero al aíre?

-Mire, señorita...

-Clovis, no empieces- dijo entonces Addie Ledbetter cuando entró en la habitación, y miró duramente al hombre-. No te quiero ver poniéndoselo difícil a la doctora Morgan.

Un Solo Beso (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora