Capítulo Ocho

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-Addie, me voy a almorzar. Llevo mi busca y el teléfono móvil, por si me necesitas.

-Una auténtica doctora de Los Ángeles- murmuró la mujer.

Antes de marcharse del pueblo, Frank Holloway había puesto al corriente de la consulta a Hannah, pero no le había advertido del cáustico humor de su enfermera Addie Ledbetter.

-¿Quieres decir que el doctor Holloway no los usaba?

-Cuando no está en el pueblo. Pero el Roadkill Café es el único sitio donde se puede comer por aquí, así que es eso o te traes el almuerzo de casa. De cualquier manera, creo que te podría localizar sin tener que usar un satélite de comunicaciones.

Hannah se preguntó si esa mujer trataría igual a Frank Holloway o solo lo hacía con ella porque era una extraña.

-Te puedo asegurar, Addie, que yo soy un buen médico. Me gusta ayudar a la gente. Y lo que hago, lo hago muy enserio. Si alguien me necesita, me gusta estar ahí.

-Si tú lo dices...

Hannah nonle vio ningún sentido en tratar de convencerla, así que le dijo:

-Estaré de vuelta a la una para terminar con los informes de los pacientes que vi esta mañana.

-Eso son solo treinta minutos.

-No necesito más para comer algo.

Addie miró su reloj.

-Por las tardes aquí abrimos a las dos. Yo volveré a las dos menos cinco.

Hannah asintió.

-Te veré entonces.

Abrió la puerta y salió a la calle principal de Destiny. El pueblo había decaído un poco desde que ella se había marchado y los edificios tenían el aspecto de una ciudad del Viejo Oeste, incluyendo la tienda de ordenadores del otro lado de la calle.

Justo delante de café estaba la tienda de accesorios para tractores y allí vio a Dev hablando con una mujer muy atractiva. ¿Y qué tenía eso de nuevo? En el instituto él siempre estaba rodeado por las chicas más guapas, salvo cuando estudiaba  física con ella.

Los dos se dieron la mano y entonces Dev se volvió y la vio. Se llevó la mano al ala del sombrero, se despidió y se dirigió hacia ella.

El corazón le dio un salto y pensó en meterse en el café; aquello parecería exactamente lo que sería, una retirada en toda regla.

-Hola, Hannah, ¿qué tal si almorzamos juntos?- le preguntó él cuando llegó a su lado.

-¿A qué viene esto? ¿A que toca la semana de sacar a almorzar a la fea?

Dev frunció el ceño.

-Tú no eres precisamente fea. ¿Por qué lo piensas?

-Una vez fea, siempre fea- dijo ella tratando de sonreír-. Cuando estábamos en el instituto nunca te apartaste de tu camino para saludarme. ¿Qué otra razón puede haber para que lo hagas ahora?

Dev se golpeó el muslo con el sombrero.

-Hace diez años yo solo era un crío. ¿Cuánto tiempo más me vas a castigar por ello?

Ella se mordió el labio inferior.

-Yo diría que indefinidamente.

¿Qué más iba a tener que usar ella como escudo? Además, parecía que no podía dejar de hacerlo. Estar con él a solas la hacía sentirse como un pez fuera del agua y esa sensación no sacaba lo mejor de ella.

Un Solo Beso (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora