Capítulo nueve

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No sé por qué he dejado que me convencieras para esto.

Hannah estaba en el corral al lado de Dev y los dos caballos que él había ensillado. Había accedido a montar con él y la vista de esos caballos la habían hecho cuestionarse su cordura, por no mencionar el sentido común.

-No he necesitado esforzarme mucho- respondió él.

-No se te ocurra decir que ha sido tan sencillo como caerse de un caballo- dijo ella bromeando.

-Lo único que he tenido que hacer ha sido recordarte que era tu tarde libre. No tenías nada mejor que hacer. Si lo hubieras tenido, no te habría encontrado dando vueltas por la casa, aburrida. Sé sincera. Estabas aburrida como una ostra. Me resultó fácil estando en el lugar adecuado en el momento oportuno y diciéndote las palabras necesarias.

-No me hace sentirme mejor el que tengas razón en todo eso- gruñó ella.

Pero tenía otra razón que él no había mencionado, seguramente porque no la sabía.

-No me gusta la sensación de no poder hacer algo.

Y  no se estaba refiriendo solo a los caballos, sino a no poder controlar sus sentimientos por Dev. El la había encontrado vagando por la casa y le había sugerido que montaran un rato. Hannah se oreguntó si no habría ido a buscarla, pero se imaginó que eso era una tontería. No le gustaba pensar esas cosas porque sabía que ella no era mujer para él.

Él quería una mujer de casa y ella era médico. Una mujer de carrera, una sanadora que podía tener que salir corriendo de madrugada porque los niños no enferman de nueve a cinco.

Le encantaba lo que hacía y lo mejor era que iba a poder recompensarle a su madre por todo el duro trabajo que había tenido que realizar para mantenerla. Pensaba hacerlo tan pronto como hubiera comenzado su nuevo trabajo.

Miró al hombre que tenía a su lado. Llevaba tres semanas en el rancho y salvo el primer almuerzo, la fiesta de cumpleaños de Ben y un corto tiempo durante la cena de cada noche, apenas se habían visto. La conaulta en Destiny la había tenido ocupada noche y día y, a veces, hasta de madrugada. Raramente había tenido una noche de sueño ininterrumpido. Dev estaba también muy ocupado con el rancho y los preparativos del campeonato de rodeo, para el que faltaba solo una semana.

Todo eso demostraba que eran completamente incompatibles. Aunque el corazón le diera un salto cada vez que lo veía y la remota posibilidad de que él la hubiera estado buscando la llenaba de alegría.

-También tengo razón en otra cosa- dijo él.

-Ya sé que voy a lamentar preguntarlo, ¿pero de qué se trata?

-Sería una pena desperdiciar esa primera lección de monta.

-¿Te refieres a haber pasado unos pocos minutos de miedo y terror sin haber adquirido ninguna clase de experiencia a cambio?

-Exactamente. Y la práctica es lo que hace la perfección.

-¿Te ha dicho alguien que eres un sádico, Dev Hart?

-Es por eso por lo que me siguen embelesadas las chicas como si yo fuera el Flautista de Hamelin del romance. Mira detrás de ti. Vienen a manadas. Miles de ellas.

Ella sabía muy bien que el llano paisaje de Texas apenas podría ocultar una sola mujer y, mucho menos, hordas de ellas. Dev se estaba riendo de ella. Y no podía evitar divertirse. Y estar encantada.

Sonrió y le dijo:

-Eres un tipo sarcástico. Y hay que decir que esa no es una cualidad particularmente atractiva.

Un Solo Beso (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora