¿Quién es San? [WooSan/SanWoo] (EN EDICIÓN)

Capítulo 26

—¿Dónde está WooYoung? —frunció el ceño HongJoong al llegar a la casa de SeongHwa.

—Salió con San —respondió el rubio a su amigo, quien hizo un mohín con los labios—. ¿Y esa cara?

—Le he estado llamando todo el día y no me ha respondido. Ni siquiera un mensaje —respondió ido—. Iba a invitarlo a ir al zoológico. ¿Dijiste con San? —frunció el ceño ladeando la cabeza, confundido.

—Pues prácticamente me sacó de su casa porque iría a patinar con San. 

—Y sí, San, pero no San, sino Sannie —YeoSang miró a su novio con una ceja alzada y HonJoong igual. SeongHwa los miró a ambos—. Ustedes entendieron. 

—¿Sabes a cuál pista fueron? —cuestionó HongJoong a YeoSang. 

—No tengo ni la más mínima idea. Solo supe que se encontrarían en el parque cerca de casa de Woo —le contestó en un tono sin importancia. 

***

—¿Quieres irte? —pregunté riendo.

San acababa de caerse por millonésima vez desde que le comencé a enseñar a patinar. 

—Uhm... No, aún nos quedan veinte minutos —murmuró sobando su trasero—. Una vez más.

—Eso dijiste ahorita y mira como te caíste —respondí con una mirada divertida.

—Dicen que la tercera es la vencida —respondió con una pequeña sonrisa, levantándose con mi ayuda.

—Pero sabes que esta no es la tercera —reprimí una risa. 

—WooYoung... Cállate —sonrió y volvió a tomarme de los brazos. 

—Bien, bien —reí de nuevo y me coloqué a su lado—. ¿Listo?

—Listo —suspiró.

—Andando —comencé a patinar lentamente, tomando su mano con fuerza para que no cayera y pudiera seguirme el ritmo con más facilidad—. Hey... ¿Ves como si se puede? —sonreí mirándolo de reojo. 

—Te dije que la tercera era la vencida —sonrió igual.

—Te voy a soltar y seguirás igual. ¿Crees poder? —murmuré con una leve sonrisa, comenzando a soltar su mano.

Tragó audiblemente, asintiendo dudoso. 

—Sí —lo solté poco a poco, alejándome de él, yendo hacia el frente, patinando hacia atrás con cuidado de no chocar con nadie—. WooYoung... ¡WooYoung! ¡Sí puedo! —sonrió ampliamente y sonreí enternecido.

—¡Bien Sannie! —reí sin dejar de patinar ni dejar de verlo.

—Dios... No puedo creer que pueda —me miró por unos segundos, moviendo sus pies, uno delante del otro—. ¿Cómo me detengo? —me miró frunciendo el ceño y reí escandalosamente. 

—Así —sonreí y patiné aún más lejos de él, hasta el otro extremo y fui en su dirección, frenando de lado con las aspas de los patines—. ¿Ves? Es fácil —en ningún momento borré mi sonrisa y San lo único que hacía era verme con los ojos bien abiertos.