Capítulo 8 [EDITADO]

4.1K 578 317
                                    

Abrí mis ojos y vi a Sannie recostado en mi hombro. Dormía tan plácidamente. Se veía como un ángel. Era demasiado tierno lo que mis ojos veían. Acaricié su cabeza con cuidado de no despertarlo, pero al parecer provoqué lo contrario. El rubio abrió sus ojos y me miró adormilado. 

Me iba a morir de ternura.

—Buenos días dormilón —dije con una sonrisa de oreja a oreja que dejaba ver mis dientes.
—Buenos días WoonieYoung —rio, se talló los ojos con sus manos y se separó de mí, tomando asiento nuevamente, imitando yo su acción.
—¿Qué te parece si vamos de nuevo al parque donde fuimos la primera vez que te invité un helado? ¿Te gustaría?
—Claro que sí WooYoung —dijo sonriente mirándome directo a los ojos.

Salimos de la universidad. Nuestras clases ya habían terminado así que no había caso en que nos quedáramos. Nos fuimos caminando, y esta vez, tomé la iniciativa de querer arreglar lo que arruiné. Miré al hermoso y perfecto chico rubio que tenía a mi lado y después su mano; suspiré y la tomé con todos los nervios que existieran en mi. Sannie miró nuestras manos y después a mí. Sonrió tímidamente y se sonrojó, así cómo yo también me sonrojé. Entrelazamos nuestros dedos y seguimos caminando sin decir nada al respecto. 

Al llegar al parque, nos sentamos bajo el mismo árbol de la vez pasada, pero esta vez, él estaba recostado en mis piernas y yo acariciaba su cabello. Cerró los ojos y suspiró. Su pecho subía y bajaba ni tan rápido ni tan lento. Estaba nervioso, y sonreí por eso. Me levanté del suelo y Sannie me miró confundido. Me recosté a su lado y nos quedamos viendo por unos segundos, hasta que él decidió dejar de mirarme. Cerró los ojos nuevamente y suspiró mientras giraba su rostro hacia el frente. 

—Mírame, Choi San.
—Ya te he visto. Me acabas de ver. Es más, estoy al lado tuyo WooYoung —dijo de forma rápida pero clara. Amaba su nerviosismo.
—Choi San... —tomé con cuidado su mentón, como si fuera lo más frágil de este mundo, e hice que girara su rostro al mío, pero seguía con los ojos cerrados—. Sannie, vamos... Mírame.
—No quiero —chilló y unos pucheros se formaron en sus labios. Me lo quería comer a besos, Sannie era una máquina de ternura.
—Si no me miras, lo vas a lamentar Sannie hyung —dije en un tono burlón.

Cuando noté que estaba empezando a abrir sus ojos, me acerqué más a su rostro. Al momento en que abrió sus párpados, sentí cómo dejó de respirar. Quería reírme, ya que encontraba la situación bastante divertida.

—¿Y-ya? —tartamudeó.
—¿Ya qué? —susurré sin dejar de mirarlo fijamente.
—Ya... me vi-viste —sacudió un poco su cabeza y cerró los ojos unos segundos para después abrirlos y mirarme nuevamente—. Ya me viste. ¿Feliz?
—Aún no —sonreí y junté mis labios con los suyos. 

Era un beso tan tierno... Sólo le mostraba cuánto me gustaba, lo arrepentido que estaba por lo que había pasado con San, y que quería cuidar de él. Fue un beso dulce donde nunca hubieron segundas intenciones de parte de los dos. Llevé mi mano izquierda a su mejilla y la acaricié lentamente. Amaba esos belfos tan finos... eran tan suaves, tan dulces... Yo creo que simplemente, jamás me cansaría de besarlo. 

Me separé un poco y junté mi frente con la suya, rozando su nariz con la mía en un tierno y dulce acto.

—¿Qué fue eso? —susurró.
—Un beso —respondí y ambos reímos, para esta vez separarme más de él.
—Pero, ¿por qué? —se recostó sobre sus codos—. Creí que quien te gustaba era San —bajó la cabeza y suspiré.
—Eso fue un error que no pienso volver a cometer. San es atractivo, sí. No lo voy a negar, y aunque me gusten los chicos malos, los chicos tiernos me gustan aún más —pasé mi mano por su cabello para retirarle unos mechones que caían por su rostro—. Tu eres quien me gusta, Sannie hyung.

San sonrió y se acercó a mí para besarnos nuevamente.
Y yo acababa de encontrar un nueva droga.
Sus besos.

Compramos un helado para él y después fuimos al Starbucks a comprarme un café, donde cabe decir que obviamente le compré uno a mi hyung aunque éste se me negara. Fuimos a la fuente qué estaba fuera de un centro comercial y corrimos dentro y al rededor de ella. Terminamos mojados. Sannie corrió y lo atrapé por atrás, mientras los dos reíamos como dos niños chiquitos.
Salimos de ahí y nos fuimos todos mojados caminando a su casa, y por supuesto, nos quitamos los zapatos y los calcetines. Era muy incómodo caminar con agua en los pies.

***

—Gracias por esta tarde Woo —dijo San sin despegar su mirada de la mía.
—Espero pasar más tardes así a tu lado Sannie —me acerqué más a él y coloqué mis manos en su cintura—. Si tu quieres y me lo permites.
—Por supuesto que sí, WoonieYoung —posó sus brazos alrededor de mi cuello—. Todas las que quieras.

Sonreí y lo besé tiernamente en los labios. No sabría decir cuántas veces nos besamos esa tarde, ni cuantos mimos o cariños nos dimos el uno al otro; o cuantas sonrisas nos dirigimos, cuántas miradas tiernas nos dábamos... Esa tarde, sin duda era mi favorita en toda mi vida.

—¿Paso por ti mañana para ir a clases? —pregunté al separarnos con una leve sonrisa en mi rostro.
—Creí que no tenías auto —rio ahora pasando sus manos a mis hombros.
—Y no tengo auto —reí—. Pero sí tengo camioneta —mordí mi labio inferior.
—Esa no me la esperaba de ti, WooYoung —enredó sus dedos en mi cabello.
—Pues ya ves —sonreí y volví a besarlo.

Amaba sus besos y sus labios, joder en serio que lo hacía.

—¿WooYoung?

Nos separamos y al darme la vuelta me topé con YeoSang, MinGi y San.

Tragué audiblemente. Quería que la Tierra me tragara
¿Por qué nunca puedo empezar bien las cosas? ¿Era necesario arruinar todo siempre que empezaba algo bueno?
Odiaba mi vida.

***

Habíamos entrado a la casa de los gemelos después de que nos vieron besarnos. Esto era demasiado incómodo. ¿Qué pensará San de mi? De seguro me verá como un tipo cualquiera.

—¿Les parece si ordenamos pizza? —dio como idea MinGi.
—A mí me agrada la idea —dijo YeoSang sin despegar su mirada del teléfono. Al parecer era o muy importante la conversación o la persona.
—Yo creo que estaría bien —dijeron los gemelos al mismo tiempo, y al terminar la oración, se miraron.

Que incómodo.

—¿Woonie?

Miré a Sannie que me llamaba al mismo tiempo que tomaba mi mano, la cual tenía sobre mi rodilla.

—¿Uh?
—Que si te parece la idea de ordenar pizza.
—Oh... Sí, claro —le sonreí y al resto de los presentes también, evitando mirar a San qué me veía serio.

Iba a ser una tarde muy larga.

¿Quién es San? [WooSan/SanWoo] (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora