Capítulo 36

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Dos semanas. Dos semanas habían pasado desde que HongJoong había muerto. Aún parecía algo irreal que Hong ya no estuviera aquí. Ya no lo veía reír, no venía a visitarme a casa, no me cuidaba, no me consolaba, no me aconsejaba, no me apoyaba... Mi mejor amigo se había ido y yo seguía encerrado en mi habitación llorando por ello. San seguía viniendo, e incluso hay noches en las que se queda a dormir conmigo para hacerme compañía. Ahora es San quien me cuida y me protege, y estoy agradecido con él por eso. 

—Woo.

Alcé la vista para poder ver a San. Ahora tenía su cabello un poco más largo, me gustaba cómo se veía. 

—¿Mmm?

—¿Tienes hambre? —cuestionó en un susurro, acariciando mi mejilla con suavidad. Negué con la cabeza, dejando a la vista un ligero puchero en mis labios—. Bebé, tienes que comer —susurró sin detener sus caricias en mi pómulo.

—No tengo ánimos de nada, San. La última vez que comí porque me dijiste que tenía que hacerlo, terminé vomitando —hablé en voz baja, volviendo a esconder mi rostro en su pecho. La verdad es que esa ocasión no había sido la primera vez en la que vomitaba la comida. 

—Lo sé, pero no has estado comiendo bien desde hace días. Hasta te ves más delgado, sin dejar de lado que también te ves pálido. Tienes que salir de casa, Woonie.

"¿Hablas en serio WoonieYoung".

—Está bien. Vayamos a caminar un poco —respondí tratando de alejar aquellos recuerdos de mi cabeza. Ya era momento de comenzar a sacar a Sannie de mi mente y por supuesto de mi corazón. 

Me separé del abrazo en el que me tenía San. Estábamos acostados en mi cama, yo acurrucado en su pecho tratando de dormir mientras él me daba caricias en el cabello y rostro, al igual que un otro beso. Debía admitirlo, amaba que San me cuidara y tuviera las atenciones que tenía conmigo. Es un chico más que dulce y tierno. Lo juzgué mal. No era la clase de persona que creí por tanto tiempo. 

Nos levantamos de la cama y, aún con mi pie enyesado, tomé mis muletas y salimos de mi habitación, seguido de mi casa y así nos fuimos hacia el parque más cercano. Tomamos asiento en una de las bancas de por ahí y me recosté en sus piernas. El sol estaba en un buen punto, donde su luz y rayos resplandecientes daban en todo su esplendor en todo el parque, a tal punto que te quedarías ciego si fueras tan estúpido como voltear a ver fijamente al sol. Las manos de San no tardaron en comenzar a dar caricias en mi cabello. Me gustaba que hiciera eso, era relajante y me hacía sentir bien. 

—Woonie...

—¿Si?

—WooYoung. 

—Dim...

—¿Qué haces aquí?

Fruncí el ceño y abrí los ojos cubriendo mi rostro con mi ante brazo de los rayos del sol para evitar la luz de éste me causara una leve ceguera temporal. Me acomodé en la banca hasta quedar sentado, viendo en dirección a donde provenían esas voces. Mis ojos pronto se llenaron de lágrimas y un dolor punzante en mi pecho se hizo presente. Sannie estaba frente a mí con los ojos ojos e hinchados, mirando con una expresión tanto de dolor como de tristeza y enojo. 

—Te hice una pregunta, qué haces aquí, Choi San —volvió a preguntar San a su hermano. 

—¿No contestas mis llamados ni me abres la puerta de tu casa por estar con mi hermano? —cuestionó con dolor mirándome a los ojos, ignorando la presencia de su mayor.

—No tiene nada que hablar contigo, Choi San —el peli negro se levantó de la banca hasta quedar frente al peli verde, empujándolo levemente. 

¿Quién es San? [WooSan/SanWoo] (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora