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La tensión reino en el ambiente dejando en un incómodo y dudoso silencio, como si tratarán de haberiguar si lo que había dicho la matriarca era enserio.

—¿es que no escucharon?—cuestiono impaciente, aunque manteniendo un sutil tono pasivo-amenazante que causaba escalofríos, sin duda, la presencia de aquella mujer era imponente.

Entre murmullos y maldiciones no le quedó de otra a la familia contraria más que marcharse, con la advertencia de que, de molestar a cualquiera de la clase A o la familia tendrían graves consecuencias.

—ella es...—murmuró Ao hacia Mell quien al instante asintió.

—es mi abuela, Mellex Acosta, la mayor autoridad de la familia—explico soltando un suspiro, para que su rostro serio cambiará a una sonrisa orgullosa.

—vaya...—murmuro Ao asombrada mirando a la imponente mujer—es asombrosa...

—lo es ¿cierto?—respondio orgullosa para cruzarse de brazos—como ya te habrás dado cuenta, mis padres no son los más cariñosos del mundo, o país, duro que siquiera en un rato de 100 km a la redonda, pero mi abuela...ella siempre nos trato con cariño—agrego con una sonrisa gentil, la cual dedicaba a la mayor, quien con una mano en su bastón y la otra tras su espalda observaba pacientemente como aquellos invitados no bienvenidos se marchaban molestos.

—Dokutsu...—murmuro una sería voz profunda que llamó la atención de ambas féminas, quienes se giraron encontrándose con la silueta peli-blanca del padre de la familia, causando el desconcierto de la pelirosada y el fruncir del ceño de la pelirroja.

—dejala papá—ordeno—estoy cumpliendo mi parte...—murmuro

—puedo hablar con usted un momento?—cuestiono ignorando la presencia de su hija, la cual refunfuño molesta hasta que el cálido toque en su hombro de parte de la menor la calmó

—esta bien—afirmo antes de caminar juntos al padre de la misma, quien aunque no estaba muy convencida decidio no intervenir.

—¡Mell!—llamo la conocida voz del peliverde, haciendo que la fémina se girara sonriente hacia el—aqui tienes—comento nadamás llegar, dejando en sus manos uno de sus importantes aretes, haciendo que instintivamente revisará sus oídos, donde efectivamente,  derecho brillaba por si ausencia.

—gracias—responfio volviendo a colocarlo—no se que haría si lo perdiera, estas gemas son las que me reconocen como heredera, sería un desastre que algo les pasara—explico.

—tu eres Izuku Midoriya ¿no es así?—cuestiono la pelirroja mayor al llegar donde el peliverde y su nieta se encontraban, hablando mientras este sacudia el polvo de su ropa

—a-ah, si...—respondio nerviosamente ante aquella importante presencia, enderezandose al instante y esperando algún regaño por intervenir en la unión de las familias, por lo que cuando la mayor tomo sus manos suavemente se sorprendió, aún más cuando tomo una de las de la pelirroja también para unirlas, sonrojando a ambos jóvenes, mientras ella solo sonreía dulcemente.

Soltó las manos de ambos dejándolas juntas y le quitó los aretes y acarició suavemente la mejilla de la menor

—Olvidate de esto, vuelve con este chico a la academia y cumplan su sueño—ordeno, causando la sonrisa de su nieta, la cual se lanzó a abrazarla

—gracias...—murmuro en su oído.

Se separaron y la mujer se dirigió ahora a su próximo objetivo, su otra nieta, la cual estaba sentada en uno de los escalones que subían a la terraza junto al chico de cabello bi-color, al cual le curaba los pequeños raspones que se había causado en una de sus manos.

A mi lado [Flores explosivas book #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora