Capítulo 2 - Extintor de Incendios

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Max caminó dentro de la sala de estudio, listo para trabajar. Sólo tenían 30 minutos para repasar el caso y anotar sus ideas así que tenían que ponerse listos. Especialmente porque él se había tomado la libertad de tomar un café sin prisa después de que el profesor les había dado la asignación. Dios sabe que tenía que despejar su cabeza después de una noche sin dormir.

Casi se le caen sus calcetines cuando vio a Emma sentada en el medio de la sala siendo el centro de atención y viéndose muy poderosa. Diablos, no. ¿Estaban en el mismo grupo para el semestre? ¿Cómo no la había visto en clase antes? Probablemente porque había estado muy distraído toda la mañana pensando en ella.

Emma paró de hablar tan pronto como él entró a la sala, y ella tampoco parecía estar muy contenta con su presencia. "Max. Me alegra que hayas venido. Por favor, toma asiento," dijo cortésmente, pero su expresión decía todo lo contrario.

"Vaya, gracias Emma. Eres tan amable," él contestó mirándola amenazadoramente.

"¿Ustedes dos se conocen?" una chica rubia preguntó con acento español.

"Se podría decir eso," Emma respondió. "Max, te presentaría al resto del equipo, pero tu reputación te procede como el jugador más valioso del partido de ayer. Quizás deberíamos de llamarte LeBron a partir de ahora," dijo con amargura.

Caray, qué manera de guardar rencor, él pensó. ¿Todavía estaba molesta por eso?

Emma se puso de pie y empezó a escribir algunas notas en la pizarra, delineando el caso. Lo único que él podía hacer era mirarla por detrás. Desde su cabello largo color chocolate, su cintura diminuta, a sus jeans ajustados que hacían cosas increíbles a su trasero.

Se alegró de ver que era realmente muy hermosa, y no sólo un producto de su imaginación cuando le había echado una ojeada el día anterior. Era tan fácil imaginar acariciar esa piel exquisita y apretarla contra él. Especialmente después de que había permeado a través de sus sueños la noche entera. De repente se sintió incómodo en su asiento y tuvo que reajustar su posición antes de que la reacción física que estaba teniendo hacia ella llegara a ser muy obvia.

Dios, ella era tan sexy. Se imaginó sus ojos verde esmeralda clavándose en él el día anterior, prendiéndose cuando ella primero se volteó a mirarlo. Sí, definitivamente había visto una chispa de atracción en sus ojos, aunque sólo durara un minuto antes de que él tuviera que abrir su gran boca. Ella claramente lo odió después de ese momento. Y claramente él tenía que hacer algo para cambiar eso.

"Max, ¿tienes algo que contribuir o sólo te vas a quedar ahí sentado?"

Hombre, esta belleza americana era una peleadora. "Creo que ya lo cubriste todo, Emma. Claramente estás a cargo."

"Está bien por mí. ¿Quién quiere presentar?" ella preguntó al grupo.

La sala entera refunfuñó ya que nadie quería hacer la primera presentación de la maestría sobre la marcha.

"¿No quieres presentar, Emma?" un chico asiático preguntó con un acento fuerte.

"Bueno si nadie más lo quiere hacer, supongo que lo haré yo," ella dijo.

Tan pronto como las palabras salieron de su boca, todos se fueron corriendo de la sala. Excepto por Max, claro. Él todavía tenía un asunto que atender con esta pequeña dinamita.

"Mira, pienso que empezamos con el pie izquierdo," él le dijo.

"¿Tú crees?" ella contestó entre dientes.

"Voy a dejar pasar por alto la pequeña payasada que me hiciste ayer con las chicas. Supongo que merecí eso. Pero sólo para que sepas, no era mi intención robar tu preciosa idea. Estaba parado ahí todo el tiempo. Sólo estabas muy ocupada en tu pequeño mundo para notarme. ¿Está bien?"

Robando A EmmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora