Capítulo 4 - A es de Amigos

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Max se acercó por detrás de Emma, quien actualmente estaba apretando un montón de botones en el vendedor automático del patio de la universidad pareciendo confundida. No sabía por qué se había acercado a ella. Todavía estaba enojado con ella por lo de ayer, pero aún así de alguna manera había gravitado hacia ella. Qué tonto era.

“Ey, Emma,” dijo, tratando de actuar como si el día anterior nunca hubiese pasado. “No te vi ahí.”

“Ah, hola Max,” ella dijo volteando a mirarlo. Él vio sus mejillas sonrojarse al voltear de nuevo hacia el vendedor automático y continuó apretando los mismos botones varias veces. ¿Por qué tenía que ser tan linda?

“¿Necesitas ayuda?” se rió entre dientes, momentáneamente olvidándose de su enojo.

“Bueno, ¿por casualidad tienes 30 centavos? Parece que esta cosa se comió mis Euros.”

“Sí, déjame ver,” dijo escarbando dentro de sus bolsillos. Ella ya lo había aplastado ayer, por qué no darle compensación monetaria por ello.

Encontró una moneda de 50 centavos y se la dio. “Quédate con el cambio,” dijo y empezó a alejarse de ella al recordar por qué estaba enojado.

Él la escuchó trajinar con la máquina, seguido por sus pasos yendo detrás de él. “Max, espera.”

Se volteó para encontrarla guardando un Snickers en el bolsillo de su abrigo. “Te quería pedir perdón por ayer,” dijo de inmediato, dándole de vuelta el cambio que no quería.

“Está bien, Emma,” él dijo, aunque claramente no lo estaba para él. “Supongo que debí haber sabido.”

“¿Qué quieres decir?” ella preguntó confusa.

“Que tendrías un novio. Alguien como tú … obviamente estarías con alguien.”

“Ah,” fue lo único que dijo, mirando hacia el piso.

“¿Así que se mudaron aquí juntos?” él preguntó antes de poder parar. ¿Por qué quisiera saber eso? Le estaba preguntando detalles de su relación que claramente no era su asunto.

“Sí … de Los Ángeles,” ella agregó calladamente.

Eso significaba que era bastante serio. Quizás eso es lo que quería deducir.

“¿Cuánto tiempo han estado juntos?” Por dios Max, para. ¿Qué importa? No está libre, se regañó internamente.

“Como año y medio.”

“¿Viven juntos?” En serio, necesitaba cortarse la maldita lengua.

Ella asintió, casi pareciendo avergonzada por el hecho.

Perfecto, sólo prefecto. Sigue mejorando cada vez más. “¿Por qué no me dijiste?” él preguntó, sintiéndose ofendido de repente.

Robando A EmmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora