Capítulo 14 - La Intrusa

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Tres días. Tres malditos días y todavía no había escuchado ni un pío de ella. Honestamente, ¿qué se esperaba? Ella lo había tratado como mierda durante cada segundo del viaje y luego tuvo que insultarla. Claro que ella no iba a querer salir con él.

El viaje había sido un desastre hasta ahora. Claro, él había hecho bastante turismo durante el día y hasta se había juntado con Teresa un par de veces pero podía soportarla hasta cierto punto. Ella era mejor ver en dosis pequeñas. Para colmo, Leo le había mandado un email diciéndole que estaba yendo a Nueva York con Mia por unos cuantos días al final de la semana. Supuestamente, su viaje le había causado nostalgia a Mia de repente y todos estaban con la idea de tener una maldita reunión. Su único problema es que estaría por su propia cuenta de nuevo. Excelente.

Entró a su hotel después de una larga noche fuera y al insertar su llave en el enchufe eléctrico de la habitación, se dio cuenta que ya había una llave en su lugar. Qué raro. ¿Había dejado la llave extra por equivocación?

Colocando su tarjeta de nuevo en su billetera, prendió las luces y casi se desmaya al ver a Emma durmiendo pacíficamente en su cama. Dios, ella era un regalo para la vista. Su pelo chocolate sedoso caía en contraste con la ropa de cama blanca y se veía tan adorable. Oscureció las luces para no despertarla y revisó su reloj. Era justo después de la medianoche. ¿Por qué de repente aceptó su oferta?

Decidiendo que era mejor no pensarlo demasiado y que sólo estaba perdiendo tiempo precioso, se quitó toda la ropa menos los bóxers y rápidamente se metió a la cama con ella. Una sonrisa enorme atravesó su cara cuando vio que ella traía puesta una de sus camisas para dormir. Era una imagen surrealista que no esperaba ver. Si no estuviera tan sorprendido, casi podría imaginarse que esto era una ocurrencia natural de todos los días. Como si simplemente estuviera regresando a su chica después de salir.

Apagó las luces y se acercó cuidadosamente a ella, dejando que su brazo le envolviera su cintura en la forma más platónica posible. Ella se sentía tan cálida y perfecta que no pasó mucho tiempo antes de que él cayera en un sueño largo y profundo.

Ocho horas después se sorprendió al despertarse completamente descansado en la misma posición exacta con Emma todavía situada con seguridad en sus brazos. No sólo eso, pero sus piernas estaban enredadas y su trasero estaba firmemente apretado contra él. Contuvo el aliento al sentir la sensación dulce y sabía que tenía que retroceder de ella en cuestión de segundos antes de que ella se despertara y cayera en cuenta de su estado matutino.

Ella le ganó cuando de repente se movió en sus brazos y se volteó a enfrentarlo con ojos dormidos. Era la cosa más hermosa que él había visto.

"Hola," ella dijo mirándolo tímidamente a través de esos ojos esmeralda increíbles.

"Hola, tú," él dijo tratando de contener su sonrisa de idiota.

"¿Todavía estás enojado conmigo?" ella preguntó suavemente.

"Nunca estuve enojado contigo, querida."

"Ah," ella dijo y lo dejó en eso. Bajó la mirada, presumiblemente para ver sus cuerpos entrelazados. Hasta antes de eso, él estaba muy consciente de que todavía estaba sosteniendo su cintura y sus piernas estaban dobladas dentro de las de él. Aún más sorprendente, ella no se movió para alejarse de él y en su lugar fijó los ojos en los de él.

"Tomé prestada una de tus camisas. Espero que esté bien."

Dios, él amaba esta versión de Emma. Era tan dulce e inocente y más importante, toda suya por el momento. ¿Estaba soñando? "Está más que bien. Lo que es mío es tuyo."

"No quise quedarme dormida. Estaba esperando a que regresaras y luego vi una de tus camisas y se veía mucho más cómoda que lo que yo traía puesto y luego me quedé dormida," ella divagó explicando.

Robando A EmmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora