Esto era una mala idea.
De hecho, Emma estaba bastante segura que la frase mala idea había estado escrita en ella desde el momento que había salido por su puerta. La vio en cada paso que había tomado durante la caminata de 20 minutos, en cada esquina que había cruzado por las calles oscuras, y definitivamente en el edificio de apartamentos en el que justo había entrado.
Oficialmente se había vuelto loca. No, más bien patética. ¿No podía pasar un día sin que necesitara verlo? Se había vuelto completamente desesperada.
No paró al alzar su mano y tocar su puerta y oficialmente convertir esto en una mala decisión.
La puerta de repente se abrió y se quedó con la mano colgada en el aire.
"Emma," Max respiró.
"¿Cómo supiste ...?"
Antes que pudiera terminar ese enunciado, la jaló dentro de su apartamento y la reclinó contra la puerta al cerrarla.
"Me estaba volviendo loco. Pensé en ir allá un millón de veces. ¿Estás bien? ¿Ya regresó?"
"No, no está. Sólo ... no pude dormir y ya limpié el apartamento entero tres veces y ya no sabía que más hacer. Estoy tan cansada, Max," ella dijo sintiéndose avergonzada.
Él de repente sonrió y la recogió, envolviendo sus piernas alrededor de su cintura. Antes que supiera qué estaba haciendo, la cargó hacia su cuarto y la sentó al borde de su cama, acuclillándose entre sus piernas.
Corrió su pulgar bajo sus ojos, mirándola fijamente. "Deberías de dormirte entonces. Has venido al lugar correcto."
Ella asintió, queriendo nada más que hacer exactamente eso. "Sólo por esta noche," ella dijo. "Hasta que hable con él."
Él asintió también, entendiendo el significado escondido de lo que ella le estaba diciendo. Él alcanzó silenciosamente su sudadera gris, lentamente bajando la cremallera y tirándola bajo sus hombros, antes de echarla a un lado.
Ella sintió su corazón saltar, y trató de mantener su respiración normal. Era un gesto simple hasta ahora, pero inmediatamente supo hacia donde estaba dirigido. Se acordaba de la misma mirada compenetrada de la última vez que él había hecho esto en el hotel.
Él estudió su reacción por un momento y luego sus ojos bajaron a su cuerpo, como decidiendo que debería seguir. Eventualmente alcanzó sus tenis, desatándolos y sacándoselos de sus pies, seguidos por sus calcetines.
"¿Necesitas una playera?" él preguntó suavemente.
Ella lentamente sacudió la cabeza. Traía puesto un top de espalda cruzada y fácilmente podría dormir en él, aunque no la cubriera enteramente. Las convenciones obviamente habían desaparecido hacía mucho tiempo.
Él luego alcanzó sus pants de yoga, tomando su tiempo en correr sus manos por la tela. "Me encantan estos," dijo antes de resbalarlos bajo sus caderas. "Pero me encantan tus piernas increíbles aún más." Corrió sus manos bajo sus pantorrillas, acariciándolas por un momento, y a ella le encantó la sensación.
Ella debería de odiar lo familiar que esto se sentía, odiar que él ya conociera su vestuario tan bien, odiar que sabía cómo le gustaba dormir, odiar sus palabras, su roce. Pero la verdad era que le encantaba. Le encantaba lo cuidadoso que era con ella, lo atento. Como tomaba su tiempo en desvestirla, como si adorando cada momento. La hacía sentir querida como nunca antes.
Max levantó las sábanas de la cama y señaló para que ella se metiera. Él se desvistió rápidamente, sacándose la playera y pantalones antes de acomodarse junto a ella. Apagó las luces y se acostó sobre su espalda.
ESTÁS LEYENDO
Robando A Emma
RomansaEmma Blake está lista para un cambio de su vida monótona en Los Ángeles. Así que cuando su novio Roy sugiere que vayan a estudiar la maestría juntos en España, ella está lista para la aventura. Nueva ciudad, nueva vida, nuevos amigos. ¿Qué podría sa...