Capítulo 13 - La Gran Manzana

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Emma se metió dentro del taxi en Nueva York y azotó la puerta detrás de ella. Hasta ahora este viaje no era nada como había planeado. Max realmente había tenido el descaro de seguirla hasta aquí. Para empeorar las cosas, él seguía cambiándole los planes.

Primero, había insistido en cambiar boletos para que ella se pudiera sentar en primera clase en vez de él. Había estado a dos segundos de hacer una escena grande en el avión pero sabía que la bajarían si lo hiciera. Luego de alguna manera había logrado conseguir un ascenso gratis en el segundo vuelo, el cual no pudo rehusar ya que él no había pagado por él. Luego él pensó que sería chistoso llenar su forma de inmigración y fingir que estaban casados para saltar la línea de extranjeros. Ella no pudo contraatacar por la seguridad ahí y se sintió forzada a seguir la farsa. Sólo esperaba que no hubiese cometido una felonía seria con la seguridad nacional de Estados Unidos por albergar extranjeros ilegales en el país.

Ahora su última gran idea era tomar un taxi dentro de la ciudad que costaría por lo menos $60 dólares. Era un desperdicio total de dinero considerando que ella podría tomar el AirTrain y metro por $7.50 total.

"¿Estás yendo al apartamento de tu hermano, verdad?" la voz suave de Max penetró por su pensamientos irritados.

"No, necesito pasar por la oficina de Alex para recoger las llaves," ella refunfuñó.

"Está bien, podemos dejar nuestras cosas en el hotel primero."

"No me voy a quedar contigo, Max. Tú puedes ir al hotel y yo seguiré en el taxi."

"No lo creo, querida."

"¡Max! ¿Puedes dejarme hacer las cosas de mi manera? No deberías de estar aquí, ¿recuerdas?"

"Mira, sé que no te vas a quedar conmigo. Sólo me quiero asegurar que llegues a salvo. Además, ¿vas a subir esa cosa cinco pisos de escaleras tú sola?"

Dios, ¿por qué siempre tenía que tener razón sobre todo? "Está bien. Pero después de eso, nos vamos por nuestros caminos separados."

"Lo que tú digas, Em."

Emma se bajó rápidamente del taxi una vez que llegaron a la oficina de Alex. Ella pensó que Max se quedaría en el coche, pero claro que fue con ella. Ella enrolló los ojos por al menos la décima vez ese día y se dirigió hacia la recepcionista de la oficina para preguntar por su hermano.

Para ser honesta, ella estaba muy emocionada de verlo pero también estaba un poco nerviosa. ¿Qué pensaría de ella apareciéndose con Max? Ciertamente no lo aprobaría. Por otro lado, él y Roy nunca se habían llevado muy bien.

"Em, ¡llegaste!" Alex gritó del otro extremo de su oficina. Él era experto en hacer notar su presencia.

Ella sólo se rió y fue hacia él toda sonrisas. Él la levantó rápidamente y le dio un abrazo de oso grande y la apretó fuertemente. Por alguna razón, él olía diferente y lo empujó ligeramente de ella y crujió su nariz.

"¿Qué?" él preguntó riéndose.

"Supongo que algunas cosas nunca cambian," ella se rió al reconocer el aroma claro de una mujer en él. "En serio, ¿estás enganchándote con mujeres hasta en la oficina?"

"Es el mejor lugar para hacerlo, Em."

"Demasiada información, no quiero saber," ella dijo.

"Aliviánate. Tú me preguntaste. Sólo porque has estado pegada al mismo tipo por los últimos dos años no significa que el resto de nosotros no nos podemos divertir," él dijo dándole un golpe suave en el brazo.

"Sí, bueno creo que tú te diviertes demasiado."

Alex de repente miró detrás de ella con curiosidad. "¿Él está contigo?"

"Ah, sólo lo puedes ignorar."

"Ey, soy Alex," él dijo extendiendo la mano a Max.

"¿No escuchaste lo que te acabo de decir?" Emma preguntó contrariada.

"Hola, es un placer conocerte. Soy Max. Emma y yo vamos a la universidad juntos."

"¿En verdad?" él dijo mirando a Emma entretenido.

"Relájate. Sólo coincidimos en el mismo vuelo a Nueva York," Emma dijo tratando de quitarle importancia antes de que se hiciera ideas.

"Qué bien. ¿Así que estás aquí de vacaciones también?"

"Sí. Pensé que estaría bien echar un vistazo a la escena y todo eso," Max dijo.

"Esto en verdad funciona bien. Verás, me acaban de entregar un proyecto matador y voy a estar completamente bombardeado durante los próximos días. ¿Tal vez ustedes se pueden juntar durante la semana? Lo siento Em, pero no voy a estar tan disponible."

"¿En serio, Alex? ¿Esto viniendo del tipo que se acaba de enganchar con una chica en la mitad del día del trabajo?"

"Bueno sí. ¿De qué otra manera se supone que me desahogue?"

Emma hizo un sonido de disgusto. "No te preocupes Alex. Yo puedo cuidarla," Max dijo de repente.

"Qué conveniente para todos," Emma dijo sarcásticamente.

"¿Por qué estás tan gruñona de repente? Espero que el MBA no te esté haciendo esto. Necesitas calmarte, hermanita."

"Tal vez también necesitas desahogarte, Em. Yo te puedo ayudar con eso," Max dijo sonriendo.

Emma se quedó boquiabierta y sus mejillas se pusieron rojas al instante. No podía creer que hubiese dicho eso enfrente de Alex.

"No me parece mala idea, pero les dejaré los detalles a ustedes. Sólo no usen mi cama, ¿de acuerdo? Esas sábanas son sagradas."

"¿Los dos están locos? Eso no va a pasar de ninguna manera. Y no me voy a acercar por ningún motivo a tus sábanas."

"Como tú quieras. Sólo estoy diciendo que no podría hacer daño. Escucha, tengo que regresar a trabajar, así que aquí están las llaves," Alex dijo entregándoselas a Emma. "Que se diviertan." Él le dio un apretón a Max en el hombro. "Bueno conocerte, hermano."

Emma resopló y sin mirar a Max, empezó a caminar hacia la puerta.

"Para el récord, tu hermano es increíble," Max dijo detrás de ella.

"Todavía estoy con Roy, Max. No lo olvides," ella dijo al meterse de nuevo en el taxi.

"¿Cómo me iba a olvidar? Está escrito por toda tu cara. No necesitas recordarme," él contestó fríamente.

No intercambiaron otra palabra hasta que llegaron al apartamento de Alex. Como prometió, Max subió su maleta y la dejó en el living.

"¿Vas a estar bien aquí?" Max preguntó rompiendo el silencio. Su pregunta sonó distante, pero aún así ojeó el pequeño estudio pareciendo preocupado.

"Sí, estaré bien."

"¿Dónde vas a dormir?"

"Alex tiene un colchón de aire. Sólo lo necesito inflar."

Max asintió ligeramente y se dirigió hacia la puerta. Paró por un momento antes de voltear la perilla y abrir la puerta. "Tu nombre está en la reservación del hotel en caso de que cambies de opinión ... y de actitud," dijo tan pronto como se fue.

La puerta se cerró con un clic y ella se hundiócontra el mostrador de cocina. ¿Lo había tratado tan mal?


Robando A EmmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora