|23|

32 4 7
                                    


...

- Wow, ¿así es cómo me miraba el resto? - Louis, aún con la fotografía en mano, mira a su amigo.

-Y que lo digas. Aunque pudiste engañarme un corto tiempo, la verdad me costó aceptar que tenías anorexia, quería creer que me estaba imaginando cosas.

- Lamento habértelo ocultado, ocasioné mucho daño.

- Ey, tranquilo - Hayden pasa su brazo por sobre los hombros de Louis -. Te entiendo más que nadie. Yo tampoco te lo dije en su momento. Tenía miedo de arrastrarte conmigo.

- Eres un idiota - responde -. De todas maneras tendrías que habérmelo dicho, pero estamos a mano, creo.

- Sí, sí, Lou. Lo que tú digas - arrebata la foto de las manos de su amigo -. Deberíamos deshacernos de esto, ¿no crees? En esta corta vida no vale la pena mantener cerca nuestro cosas que nos recuerden a cosas tristes. Tenemos que disfrutar, de eso se trata todo.

- Tú lo haz dicho.

Louis toma el otro extremo de la foto, mirándola por última vez. No siente repulsión al verse conectado a intravenosas y respiradores artificiales, tampoco al ver lo reseca que era su piel, ni la mirada perdida con las ojeras y ojos hinchados, el cabello opaco y quebradizo, la manera morbosa en la que casi ni contaba con músculo, solo piel y huesos.

No siente nada de eso.

Siente pena, lástima: porque se permitió literalmente autodestruirse, maltratarse. Había entrado en una de las enfermedades más difíciles de salir, una que te absorbe y aísla, una que quiere hacer desaparecer la felicidad y colores de su vida, aprovechándose de sus propias debilidades: él mismo.

Nadie merece hacerse tanto daño.

Recuerda lo perdido que se sentía en esos días, una capa de grices que cubría su visión por completo; desesperandolo por no sentir, sin entender cómo había cambiado a comparación de como era antes de que la enfermedad lo atrapara. Su mundo cambió como si se tornara en su contra, jugándole una de las peores pasadas que podría vivir a lo largo de su vida.

Nadie merece estar tan triste.

Reteniendo un suspiro, tira de una de las puntas en sentido contrario que Hayden, partiendo la imagen en dos.

Siente una extraña sensación en su pecho, pero es gratificante. Una aceptación de su pasado, de la persona que es ahora. Todavía es joven e inexperto, pero no le aterra, o bueno, quizás un poco.

- Todavía no puedo creer que entré a la facultad de arquitectura, si yo lo logré tú seguro que entrarás a la de letras, tengo pruebas y cero dudas.

- No te acuestes en el piso, tonto - patea suavemente la pierna de Hayden -. Yo sí lo creo, te vi trabajar bastantes en los planos, era obvio que ibas a entrar - ata las agujetas de sus zapatos y le da pasadas a su cabello -. Bueno, ya estoy listo. Vamonos.

Hayden se levanta del piso de un salto, siguiendo a su amigo a paso relajado, porque por más que su amigo esté nervioso, él sabe que el relato que escribió Louis lo hará entrar fácilmente en la facultad de letras. Hoy se entregan los resultados de los admitidos, pero en vez de torturarse en frente de la computadora esperando el e-mail, decidieron ir en persona, eso y que "debes ir conociendo el lugar porque quedaste, Lou, estoy seguro".

Bajando las escaleras, la familia de Louis los esperan con caras consternadas.

Hayden frunce el ceño.

- ¿Ha pasado algo? - pregunta, pero los familiares solo se miran entre ellos -. ¿Diana?

- Uhm, bueno... - comienza, es que acabo de fijarme y ya llegó el e-mail de la facultad de letras.

- ¿En serio? - Louis se acerca a grandes pasos, su hermana asiente y le pasa su celular -. Ah, no quiero abrirlo.

- Hazlo, cariño - Alicia lo toma de los hombros -. Todos queremos saber, pero estamos seguros de que quedaste.

- ¿Cómo lo sabes? Ni siquiera leíste el relato.

- Porque no nos dejaste - Alicia lo mira acusatoriamente, pero rápidamente sonríe animada -. Vamos.

- Hayden, hazlo tú.

Recibe el celular y el clima dentro en la sala de pronto se vuelve tenso. Nadie dice nada, los señores Prescott se sentaron en el sillón más cercano, Diana no se movió de la isla de la cocina y tiene a Louis literalmente enfrente suyo, mirándolo con intensidad.

Abre el mail.

- Notificamos de parte de la Facultad de Letras que el relato escrito por Louis Prescott, Avenoir, ¡ha sido aceptado, por favor acérquese a la faculta- A QUIÉN LE IMPORTA ESO! ¡LOUIS, LO HICISTE!

El celular de Diana casi cae al recibir el abrazo de Louis, dando pequeños saltitos corresponde el gesto, abraza a su familia y la sonrisa que tiene en ese momento, es de oreja a oreja.

- Avenoir - vuelve a leer -. A mí tampoco me dijiste sobre qué trataba tu relato, pero ¿por qué ese titulo? - pregunta, pero en realidad se hace una idea. No quiere contárselo todavía a Louis, porque sabe que se avergonzará, pero leyó parte de su relato hace unas semanas. Fue sin querer, el borrador estaba en su escritorio cuando se acercó a tomar un lápiz, apenas leyó unas pocas palabras se sintió comprendido y comprendió aún más a su amigo. Tanto él como Louis saben que viven en un mundo cruel, uno que juzga sin saber y no perdona errores, pero eso no quiere decir que deban seguir su esquema, los estándares de belleza siempre son más estrictos para uno mismo. El miedo que se refleja en los ojos de las personas al verse al espejo siempre quiere hacerte esconderte a ti mismo, sentirse insuficiente es de las peores experiencias que uno podría pasar.

Del principio al final siempre es la misma respuesta, una tan obvia pero al mismo tiempo tan difícil de encontrar. Todos tenemos razones para amarnos a nosotros mismos por el simple hecho de ser quienes somos. Solo tienes un cuerpo y deberías cuidarlo por eso mismo.

A veces no es fácil darse cuenta de eso. Te puedes dar cuenta en cualquier momento, un día puedes levantarte y simplemente darte cuenta, puedes estar haciendo la tarea, leyendo en Internet, caminando por al calle e incluso cuando estás triste y caes con que no quieres estarlo más. Cualquier razón es valida para darte el verdadero valor que mereces.

Amarse a uno mismo es algo infinito, porque nunca terminas de aprender sobre ti.

Nunca es demasiado tarde para perdonarte.

Y de verdad quiso seguir leyendo, pero decidió respetar la privacidad de su amigo, aunque luego de haber leído un poquito, tuvo la certeza de que iba a quedar dentro, porque el relato mostraba algo que muchos suelen ignorar; hay que celebrar la vida, porque estás vivo, y eso es suficiente.

- Ah, eso es fácil, quiere decir el deseo de recordar todo aquello que nos ha hecho ser quienes somos. Escribí sobre mi experiencia sobre estos dos años, ya sabes. Quería usarlo como para crecer como persona.

- Eres increíble.

- Somos increíbles, Hayden, somos.












------------------------------------------------

Espejo | #02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora