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Hayden estaba en rehabilitación junto con otras personas de diferentes edades, algunos internados y otros que sólo tenían que ir para las sesiones. Hayden agradecía haber mejorado lo suficiente como para no tener que estar allí las veinticuatro horas.  

  — Hey, niño — una chica (muy) delgada, de cabello hasta los hombros castaño oscuro al igual que sus ojos lo llama, Hayden pensó que sus ojos se parecían al chocolate caliente que tomaba todo el tiempo en invierno —. Hagamos el ejercicio juntos, ¿sí? — preguntó y él asiente, porque por más que sea alguien bastante alegre, le avergüenza un poco hablarle a los demás. El ejercicio consistía en que tenían que dibujar sus propias siluetas en una gran hoja de papel madera, el real de sus cuerpos y el que creen que tienen ellos, luego mirarse en un espejo y decir cómo se ven mientras el otro le dice lo que le gusta del contrario —. Eres muy pequeño — dijo sorprendida, mientras extendía la hoja en el suelo. Hizo una mueca —. ¿Qué edad tienes? 

  — Uhm, trece — responde un tanto incomodo mientras la chica le pasa el marcador y él empieza a hacer una silueta algo acertada de sí mismo, luego se acuesta —. ¿Usted cuantos, señorita...?

— Lisa — responde —. No me trates de usted, pequeño. Tengo treinta — la mujer sonríe al ver la expresión sorprendida de Hayden —. Lo sé, tenemos una importante diferencia de edad — empieza a trazar la verdadera silueta —. Llevas aquí algo como año y medio, ¿verdad? Yo estoy internada hace trece años — la miró sorprendido, pero luego pensó que eso pudo haberla ofendido y se avergüenza aún más —. Hey, no hay problema. Supongo que no tengo arreglo  — suelta un risa vacía  —. Mi familia me internó aquí cuando tenía diecisiete, desde entonces no los veo. 

— Uh, lo siento... 

— No te preocupes, Hayden  — la miró confundido  —. ¿Qué? Llevo aquí mucho tiempo, conozco a todos aquí y sé que estuviste internado seis meses y ahora solo vienes por la terapia. ¿Sabes? En realidad no extraño mucho el exterior, no sé qué tan bueno sea eso.  — Miró el papel extendido, Hayden en realidad tenía una cintura mucho más pequeña de como la había representado, pero el resto de su cuerpo estaba bastante bien. Sonrió.

— ¿Puedo preguntar eh... qué tienes...? 

— Anorexia restrictiva* — respondió después de un rato de silencio. Sus ojos oscuros con un muy leve deje de brillo, se dio vuelta —. ¿Tú? 

— Bulimia purgativa...* Creo que somos muy diferentes  — agregó con una un leve toque de gracia en su voz. Lisa lo miró. Pensaba que en serio era muy joven como para estar encerrado en ese infierno  —. Bueno, te toca a ti    — le extendió el marcador.

— Sí... Hayden...  — levantó la vista  —. Sé fuerte. 

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*1- En la anorexia restrictiva no se producen purgas. En su lugar, tiene una resistencia constante al acto de comer. Esto último es una posibilidad que en muchas ocasiones se ve como algo repugnante, ya que se asocia al proceso de engordarse. 

*2- En bulimia purgativa la persona utiliza como método compensatorio la provocación del vómito, el uso excesivo de laxantes, diuréticos o enemas.

Espejo | #02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora