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Mientras los tres esperaban en el sofá la llegada de los padres de Louis, Hayden intentó buscar algún tipo de distracción, sabía que todo es y sería muy incomodo para su amigo. Sin embargo, en estos momentos tan familiares, no podía evitar recordar e identificarse por todo lo que Louis estaba pasando. 

Recordaba con más nitidez de la usual aquellos hechos. Recordaba cuando había cumplidos los trece, y sus padres le habían preparado una fiesta sorpresa con mucha comida. Comida grasosa.

Al principio a Hayden le molestaba en demasía su falta de voluntad para dejar de comer por largos periodos de tiempo, le molestaba que sin importar cuánto lo intentase, terminara yendo en mitad de la noche a la cocina para comer cualquier cosa que se encontrara. Pero su camino cambió el día que, con mucha ansiedad, terminó comiendo mucho más de lo podía soportar, teniendo como resultado enfermarse del estómago y vomitar. Luego de ese hecho, empezó a sentirse más ligero, más liviano y no tuvo que sufrir por no poder llevarse nada a la boca, fue entonces cuando descubrió cómo podría arreglar su figura sin la necesidad de morir de  hambre. Vomitando.

Al principio lo hacía cada determinado tiempo, una vez sí y hasta dentro de dos semanas no, tres veces al mes y al siguiente no, siguiendo ningún patrón se convencía a sí mismo de esta forma de que no era bulímico. Si no había continuidad, no padecía de nada, no era bulimia. 

O eso al menos pensaba. 

Espejo | #02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora