BUENA CHICA

95 16 2
                                    

Estaba allí de pie, plantada frente a él, mirándole con gesto desafiante.

Recordé sus últimas palabras y sus gestos conmigo. Mejor dicho, empecé a recordar sus insultos, sus palizas y sus gritos. Yo sabía que me despreciaba. A mis compañeras no les hablaba igual. Conmigo utilizaba adjetivos que yo no conocía, insultos que no comprendía y con un menosprecio que nunca entendí. Quizás porque era más bajita y gordita que el resto de las niñas. Tal vez porque no lograba avanzar en los estudios. Mis notas nunca eran demasiado brillantes. O podría ser que, simplemente, le recordase a alguien a quién aborreciese. No lo sé.

Ahora su cuerpo inerte estaba ante mí con sus ojos vidriosos que me miraban con el mismo desdén de siempre. La única diferencia es que ya no podía hacerme daño. Ya no le tenía miedo. Esa sensación de temor había pasado a ser otro sentimiento distinto. Le odiaba. Por tantos años de rencor contenido, por tantos malos ratos que me había hecho pasar. Al verle allí tendido no sentí ninguna piedad.

Noté las manos húmedas y me las sequé en el babi. Tenía mi nombre bordado y un bolsillo un poco descosido. Esta vez no me podría regañar por haberlo manchado, como tantas veces.

Me costó extraerle el cuchillo, pero cuando lo logré lo guardé en su sitio, antes de irme a jugar a los columpios. Aunque él nunca lo reconociese, yo siempre fue una niña muy ordenada.


Estrella Vega

CRISOL DE SUEÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora