LA VENTANA

94 14 0
                                    

Las lágrimas resbalaban por mi rostro. En vano procuraba controlarlas.

Me abrazó atrayéndome hacia él. Noté sus fuertes músculos, su piel morena por el sol y su olor a campo y sudor. El peso de su brazo hacía que me costase respirar, pero aún así, no me movía.

Podía sentir su aliento en mi nuca. Por el ritmo de su respiración, me dí cuenta que se había dormido. Intenté que no se despertarse con mis sollozos. Me aferré a la sábana, mordiéndola, intentando contener el llanto.

Nunca una noche se me había hecho tan larga y a la vez tan corta. Deseaba que terminase pronto, pero a la vez, me aterraba. Necesitaba estirarme. Las piernas se revelaban y el peso del brazo cada vez me agobiaba más. Pero era incapaz de mover un músculo.

Miré el reloj de mi mesilla y temblé. Dentro de poco sonaría la alarma del despertador. Intenté imaginar que ocurriría en ese momento.

La ventana seguía abierta, tal y como la había dejado aquel intruso que acababa de colarse en mi habitación y dormía a mi lado.

Estrella Vega

CRISOL DE SUEÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora