REGRESO

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Navegó su adolescencia y juventud a bordo de un amor llamado Elia. Pasión secreta cultivada con miradas y sonrisas clandestinas. A veces sus miradas tropezaban, y él soñaba ser correspondido.

Un aciago día, un circo llegó a la ciudad. Una gran distracción para el pequeño y aislado pueblo, que atrajo mucha gente de los alrededores.

Con la marcha del circo, Elia desapareció. Se barajaron varias posibilidades, entre ellas que hubiese huido con un feriante. Tras una búsqueda infructuosa llegó la rendición y cesaron las pesquisas. La vida continuó su curso, excepto la de él. Como si el dedo del destino hubiese pulsado el stop, se quedó suspendido en los recuerdos del pasado.

Los años transcurrieron y sentía la presencia de Elia en cada esquina. La situación no cambió y sus sentimientos tampoco.

Un atardecer, paseando con su perro, se alejó del pueblo. Soltó la correa del animal que, al sentirse libre, salió disparado, provocando un agradable olor a heno y a hierbas silvestres a su paso.

Sin darse cuenta llegaron hasta la era. Llevaba años sin pisar aquel lugar. Le traía recuerdos. Como todos los niños del pueblo, también él solía jugar en la zona. Su mente evocó un momento en que robó una mirada de Elia. Se consideró el más afortunado del mundo. Sumergido en ese río de pensamientos, se dejó arrastrar por la nostalgia. Pensar en su pérdida le atormentaba.

Los ladridos del animal le sacaron de su ensimismamiento. Una silueta se recortaba entre la vegetación. Conforme se fue acercando a ella, su vista se iba costumbrando a las sombras.

Creyó que su imaginación le engañaba. Allí estaba ella, su amor de juventud.

Durante unos minutos se miraron en silencio. Acercándose, la abrazó y llorando, le declaró sus sentimientos. Se fundieron en un beso y las estrellas fueron testigos de su amor.

Ansiaba saber lo ocurrido, saber por qué se fue. Quería gritar al mundo que había regresado.

Elia, con una sonrisa dulce y triste, susurró:

- Llevo 20 años esperándote en este mismo lugar. Desde que ese hombre me despojó de la vida –sus palabras flotaban en el silencio de la noche-. Me he saltado la prohibición, pero no podía perder nuevamente al amor de mi niñez.

Él la observó con lágrimas en los ojos. Nadie podría verla, salvo él. Pero, ¿qué más le daba? Solo importaba era que Elia había regresado y le amaba. Se amarían durante toda la eternidad.

Estrella Vega

02-02-2020

CRISOL DE SUEÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora