CRISOL DE SUEÑOS

EL VIEJO CASERÓN

En el Valle de las Sombras, se encontraba el Caserón del Palomar. Una antigua casona de piedra y madera, con una torre que las palomas decidieron convertir en su hogar.

Aún quedaba alguna ventana que se había salvado de las pedradas de los zagales del pueblo. La puerta de madera maciza se abría con dificultad y con un sonido lastimero. En su interior se encontraba una mesa carcomida que había visto mejores tiempos, y dos sillas cojas que sus dueños dejaron atrás, junto a la que fuera una hermosa chimenea. Frente al ventanal, ahora sin cristales, seguía estando la mecedora. Tenía la madera desgastada por los años, estaba cubierta de hollín pero aun mantenía su cojín, descolorido, deshilachado y hundido.

La gente del pueblo no se acercaba al Caserón. Los niños tenían prohibido jugar en él. Nunca un vagabundo o pastor se cobijó en su interior.

Cuenta la leyenda que una anciana vivía en la casa y que un día un cazador, con la excusa de resguardarse de la lluvia, le pidió pasar allí la noche. Y mientras la mujer dormía, el hombre entró en su habitación y la asesinó para robar los pocos bienes que la anciana poseía. 

Pero entonces, la casualidad o el destino permitió que un rayo entrase por la ventana de la habitación donde se había cometido la injusta muerte, fulminando en el acto al asesino. El cazador recibió su castigo por su ingratitud y cobardía.

Desde entonces, la casa fue considerada maldita, corriendo la voz de que atraía la desgracia a todo aquel que osase entrar en ella.

Hay quien jura ver abrirse la pesada puerta de madera durante las noches de tormenta, y a una mujer vestida de blanco paseando entre las paredes de fría piedra. 

Otros afirman haber oído en las noches de luna llena, el sonido de la mecedora balanceándose frenéticamente.

Yo nunca escuché nada, ni vi nada de lo que aseguran. Pero cada vez que hay tormenta, me gusta mirar los truenos y relámpagos desde mi mecedora.

Estrella Vega