Día 1: Dicotomía || Imperio Persa x Antigua Grecia

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El origen del valor occidental se encuentra en lo que los romanos llamaron con arrogancia, el Mare Nostrum. Los tiempos modernos lo denominaron Mar Mediterráneo, el centro del mundo. Pero antes de que Roma se apropiara de él, existió en la Península de los Balcanes la semilla que hizo germinar a Grecia, la cuna de Occidente.

Antigua Grecia era su nombre oficial. Ella, sin embargo, prefería el nombre Hélade, y su gente no se llamaban "griegos" a sí mismos, sino "helenos". Hélade fomentó las artes, la ciencia, la libertad, la belleza y la diversidad hasta fundar distintas ciudades; las poléis, decía ella con orgullo, tan independientes unas de otras como lo era la misma Hélade de los imperios que venían de más allá del Mar Negro. Atenas y Esparta, las poléis que ella más apreciaba, compartían el idioma, la veneración a los mismos dioses y las artes, pero mientras Atenas prefería la intelectualidad y el conocimiento, Esparta adoraba a la guerra.

Por eso, fue cosa de tiempo para que Persia la encontrara.

La vio desde lejos, con sus ojos ambiciosos, como un imperio unificado y gigantesco que abarcaba mucho más de lo que Hélade se imaginaba. Vislumbró su piel más clara, sus ojos curiosos, la libertad que poseía y manifestaba, algo que Persia nunca llegó a comprender y que por lo tanto deseó doblegar. Ella se negó a través de palabras primero y luego lo hizo a través de la guerra.

—¡Necia! —Gritó Persia, ofuscado delante de Hélade, quien no dio paso atrás en su defensa.

—El necio eres tú, Persia, y todos tus reyes desde Darío hasta Artajerjes —Respondió —. Nosotros los helenos no somos esclavos ni estamos sujetos a nadie.

Entonces el oriental entendió que por su naturaleza libre y desatada, jamás lograría someterla.

Avergonzado, regresó por el mismo camino y reparó en la dicotomía presente por primera vez luego de conocerla. Hélade era diferente a todo lo que ya vio en Oriente, jamás estaría sujeta a él ni mucho menos sería su esclava, porque ella luchaba por sí misma, mientras que él poseía soldados luchando por su causa sólo por la orden de un amo.

Hélade era vida, libertad, ideales, autonomía. Persia era mandamiento, esclavitud, dominio.

Se arrepentiría todos los días de su vida en no admirarla en vez de codiciarla, así como Roma lo había hecho hasta finalmente conseguir su corazón.

—395 palabras—

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Nota final:

¡Arrancamos con el Fictober!

Gracias por leerme. Nos encontramos mañana de nuevo :')

APH: Fictober 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora