Día 3: Odio || Inglaterra x Francia

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Para Inglaterra, existe una sola forma de comunicarse con Francia, un solo lenguaje que admita almas tan distintas y que se odien tanto.

Así ha sido durante mucho tiempo. Lo han arrastrado por años, y aunque no disimulen ni nieguen que se repelen, el mundo entero sabe que ese eterno ir y venir del odio al deseo no es otra cosa distinta a una necesidad.

El sexo es el único lenguaje por el que el odio puede hablar de un corazón a otro.

Sin embargo ambos, alguna vez, amaron.

Francia amó a una mujer, a una humana de vida limitada, que Inglaterra se encargó de hacerla desaparecer de su lado, algo que el galo nunca le perdonó ni le perdonará.

Inglaterra, en cambio, amó a Francia en algún momento, momento en el que no era mutuo, porque el destino es caprichoso, porque una mortal era más interesante que un reino eterno que deambula entre la sombra y el alma, esquivo y temeroso como un animal salvaje.

Eso lo dificultó todo.

Nunca, jamás, se lo han dicho. Pese a que Inglaterra lo sienta de manera tan genuina que llegue a arderle el pecho al tener a Francia cerca. Porque cuando se despedazan las camisas y se muerden la boca y se gruñen con ira y se pelean como bestias entre sábanas maltrechas y luces de neón, donde la inmortalidad y la historia quedan fuera de dos simples humanos con demasiada culpa encima; nada más importa que ese lenguaje obsceno. Y es un lío, un amor inexplicable que es mejor etiquetar bajo otra connotación.

Porque se necesitan, se odian, y por eso no pueden estar lejos, ocupando un lugar en el otro corazón que nadie jamás podrá ocupar.

—Vete ya, rana —Escupe de pronto, inmutable su rostro, como si no hubiera estado hace segundos sumergido en ese cuerpo que tanto desea, ama y odia al mismo tiempo.

—Qué insufrible que eres, mon Dieu... — dice Francia más bien para sí mismo.

La puerta se cierra por fuera y la calma regresa. La cuota de amor justa y necesaria ha sido cubierta.

El odio, en cambio, crece y crece y ambos saben que llegará el punto en donde se destruirán de la peor forma.

En silencio, se preguntan si a esas alturas de existencia, el odio no ha cambiado la dirección hasta voltearse por completo.

—391 palabras—

APH: Fictober 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora