Día 8: Aliento || China x NyoRusia

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Mientras afuera la lluvia cae sobre el asfalto y la ventana, Yao miró a Anya únicamente para notar dos cosas: la primera, es que lucía más hermosa que nunca esa noche, y la otra, es que temblaba de frío.

Pese a su adorable abrigo rosado, mullido y pomposo, su piel se hizo fría al tacto de sus manos sobre sus mejillas. Yao necesitó abrazarla con suavidad al chocar su frente con la de ella, y al notar su respiración agitada, percibió, como un atisbo de nerviosismo, su aliento cálido por primera vez.

Anya lo autorizó a quitar su abrigo, bajo la promesa que él la protegería con su propio calor de cualquier temblor. Yao notó el vestido, las piernas de ella, desnudas, y sus botas de cuero largas hasta el muslo, un detalle demasiado sensual como para que no haya estado allí a propósito. Luego, con paciencia infinita, quitó los guantes, el cintillo, el vestido, las botas, y al verla casi desnuda, la hizo estremecerse de nuevo. Respiró agitada contra la boca de él, tan cálida como antes, emocionada y expectante.

Ella le pidió que se soltara el cabello, Yao le concedió el capricho. Embelesado con ella, con toda ella, no se dio cuenta de cuando Anya tomó su mano para recostarse junto a él en la cama, porque deseaba continuar. Yao no se detuvo jamás. Retiró las prendas más íntimas y sus labios viajaron, viajaron hasta lo más recóndito, Anya apretó el cabello oscuro de él al exhalar su placer, su inexperiencia y su amor.

Él, durante y después, no hizo más que elogiarla. Anya, agitada siempre, respiró contra su boca durante todo el encuentro, cuando sus pieles resbalaron, cuando Yao intentó contenerse por ir despacio, más preocupado del goce de ella que del suyo. Porque esa primera vez debía ser maravillosa.

Era la primera vez que Anya le regalaba a alguien, a él, un eco de sus emociones. Yao lo recibió al final, cuando la sintió desesperada por algo que no conocía, razón por la que la besó sin parar. Al separarse, la encontró con los ojos brillantes, la piel iluminada, la boca rosada y el aliento más cálido que nunca contra la frente de él.

Momento en el que Yao supo que nunca más podría separarse de aquel hálito de vida, porque sólo Anya se la devolvía cada vez que lo miraba.

—395 palabras—

APH: Fictober 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora