Alfred se escabulló entre los bosques más profundos de Norteamérica. Aún era de día, el sol brillaba, los árboles filtraban la luz. Sin embargo, el muchacho no deambulaba sin rumbo, sus pies seguían un camino que hace mucho tiempo deseaba seguir.
Llegó a una cabaña. Un Piel Roja lo recibió. Su cabeza coronada con plumas de águila y el humo de las pipas lo recibieron.
—Bienvenido eres, muchacho.
Alfred vio que el hombre lo invitó a sentarse frente a él, con las piernas dobladas y en el suelo. Imitó la posición no sin cierto recelo. Miró hacia enfrente y simplemente esperó.
—Tienes dudas —continuó el hombre; no era una pregunta.
Alfred, como niño curioso, ni siquiera lo confirmó.
—¿Tendré una larga vida? —fue lo único que salió de su boca, con demasiado entusiasmo.
El Piel Roja aspiró profundamente de su pipa. Al exhalar, una nube ennegreció la cabaña por completo. Alfred tosió un momento.
—Oh, claro que sí —respondió por fin. El niño sonrió ampliamente —. Vivirás tanto como tantas ganas tienes de vivir. El oro, la riqueza y el poder te rodearán, y cuando nada de eso te complazca, cuando seas viejo e inservible, las manos de tu hermano envolverán tu pálido cuello y te quitarán la vida.
Alfred sintió un escalofrío, una presión en su estómago que casi lo hace derribarse.
—¿Matthew? —pregunta, escépticamente asustado — Él no sería capaz de...
—Es palabra de los dioses, muchacho —lo interrumpió —. No mía.
Alfred intentó continuar con la discusión, o negación, pero el Piel Roja no manifestó interés en tal cosa. Se puso de pie furioso y corrió a través del bosque, con el corazón acelerado y el temor en sus ojos azules. Llegó a la aldea de los colonos y vio a Matthew buscándolo.
—¡Alfred! —dijo cuando lo vio —, estaba preocupado, ¿dónde estabas?
El chico lo miraba con genuino desasosiego. ¿Cómo podría encontrar el alma de un asesino en esos ojos?
Imposible. El Piel Roja se equivocó y los dioses también se equivocaban. Los designios los manejaban los hombres y sus acciones, no una profecía. Así se lo enseñarían Arthur y Francis después.
—Me fui a jugar por ahí —Dijo, y se olvidó del asunto para siempre —. Vámonos a casa.
Matthew caminó junto a él al regreso y Alfred lo abrazó por los hombros. Ninguna profecía iba a alejarlo de él.
—394 palabras—
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APH: Fictober 2019
Hayran KurguFictober versión 2019 perteneciente al grupo de Facebook "Motín Fanficker". Relatos breves autoconclusivos, uno por día. Distintas parejas, distintas versiones y distintos protagonistas.